La dislexia es un problema neurológico relacionado con el lenguaje, la lectura y la escritura; también puede haber dificultades en la interpretación de textos, el habla y la memoria. Sin embargo, el desconocimiento acerca de este término ha llevado al surgimiento de muchos mitos, por eso BeHealth te invita a descubrir la realidad tras la dislexia.
La dislexia es un déficit de la infancia únicamente
Esta afirmación reproduce un mito muy extendido y que es importante eliminar. Al ser un trastorno del neurodesarrollo, es un problema que se manifiesta en la infancia, pero su carácter permanente indica que atravesará toda la vida de una persona, aunque su impacto en la trayectoria del desarrollo y la calidad de vida sea mayor en la infancia.
De esta manera, existe una tendencia creciente a proporcionar medidas educativas especiales a estos alumnos a lo largo de toda la escolaridad, incluida la educación superior, especialmente mediante adaptaciones curriculares.
La dislexia es hereditaria
Es una idea relativamente extendida y de la que se hace eco la investigación, ya que la prevalencia de la dislexia entre los miembros de una misma familia es elevada.
Las investigaciones demuestran que entre el 23 y el 65% de los niños con padres con dislexia pueden tener también dislexia, y entre los hermanos el porcentaje es del 40%. Otros autores señalan que un niño tiene un 50% de probabilidades de padecer dislexia si su padre es disléxico y un 40% si su madre es disléxica.
Esto puede tener algunas ventajas, ya que los padres son mucho más conscientes del problema, lo que conduce a una señalización e intervención más oportunas y, en consecuencia, más eficaces.
La dislexia es sinónimo de baja inteligencia
Este es otro importante mito que debe ser combatido, ya que a veces tiene un fuerte impacto en la salud mental del niño con dislexia, llevándolo a asociar un conjunto de atribuciones negativas y generalizadas sobre sus capacidades cognitivas.
Hasta hace poco, la discrepancia entre el nivel de expectativas (resultado obtenido en una escala de inteligencia) y el rendimiento lector (resultado obtenido en un test de lectura) era el criterio fundamental en el diagnóstico de la dislexia, imponiendo como umbral mínimo un valor de CI igual o superior a 90 en un test de inteligencia. Hoy en día, este valor es mucho más flexible, pero sigue excluyendo las dificultades intelectuales como factor desencadenante de la dislexia.
La dislexia tiene cura
Dado que esta afirmación es un mito, es especialmente importante que no genere el mito contrario de que no tiene cura. En otras palabras, la dislexia es un trastorno permanente, pero no es evolutivo ni progresivo y es susceptible de grandes mejoras tras la aplicación de programas de rehabilitación neuropsicológica y educativa.
En general, la mayoría de los programas de intervención incorporan total o parcialmente los siguientes principios: multisensorialidad (oír, ver y sentir); repetición con vistas a la automatización (en este campo los programas de entrenamiento de la lectura repetida empiezan a ser una estrategia muy frecuente); programas muy estructurados y basados en la fonología, y se ha demostrado que los métodos globales no son adecuados para los niños con dislexia.
No hay forma de saber si un niño es disléxico antes de ir a la escuela
Acerca de esta cuestión aún se requiere más investigación. Algunas dificultades pueden presentarse durante la edad preescolar, pero la mayoría solo se manifiestan más tarde.
Algunos estudios permiten detectar los predictores más fiables:
- La conciencia fonológica (capacidad de identificar, retener y manipular los sonidos del lenguaje oral) se ha identificado como el mejor predictor de la precisión y la fluidez de la lectura
- El conocimiento de los nombres de las letras se ha identificado como uno de los signos más importantes en la fase inicial de la adquisición de las habilidades de lectura,
- El rendimiento en tareas de fluidez verbal también se ha presentado como un buen predictor de la dislexia.
Finalmente es posible mejorar las capacidades de las personas con dislexia u otros trastornos específicos del aprendizaje. Cuanto antes se identifique el trastorno, antes se podrá intervenir con un curso específico e individualizado, no solo para los niños, sino también para adolescentes y adultos.