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Te contamos cuándo la fiebre debe ser vista como una emergencia

A lo largo del día, la temperatura corporal puede variar sin que esto signifique estar enfermo.

Habitualmente en horas de la mañana se suele tener una temperatura baja, mientras que en las tardes o entrando la noche, está tiende a subir un poco.

Los médicos y profesionales de la salud, generalmente consideran que 98.6 F 37 ºC están dentro del rango normal y refieren en controles una temperatura corporal saludable y solo consideran alarmante una temperatura por encima de estos rangos, que se presente en forma persistente.

La fiebre suele ser esa señal de alarma que indica que el cuerpo está atacando alguna infección o enfermedad y aunque en ocasiones puede manejarse de forma tranquila en casa, otra veces requiere mayor atención, especialmente si está acompañada por otros síntomas.

Debe ser atendida de inmediato en casos como:

  • Niños o adulto con temperatura de más de 103 F
  • Personas de cualquier edad con una temperatura de más de 101 F persistente por más de tres días Bebés menores de 3 meses con temperatura rectal de 100.4 F o más.
  • Un bebé mayor de 3 meses con una temperatura de 102 F o más

¿Bajo qué síntomas acompañados de fiebre se debe acudir por urgencias?

Es importante acudir en busca de atención médica si además de fiebre, usted o un familiar presenta signos como:

  • Dolor de cabeza intenso
  • Inflamación severa de la garganta
  • Erupción cutánea inusual
  • Sensibilidad inusual del ojo a la luz brillante
  • Rigidez en el cuello y dolor de cuello significativo cuando inclina la cabeza hacia adelante.
  • Confusión o somnolencia intensa
  • Vómitos persistentes o dolor abdominal
  • Dificultad para respirar o dolor en el pecho
  • Apatía extrema, irritabilidad o falta de contacto visual
  • Un punto blando abultado en la cabeza de un bebé.

¿Puede una fiebre alta generar complicaciones?

Una temperatura elevada y sin control, puede llegar a causar una convulsión en un bebé o un niño, lo que se conoce como convulsión febril.

En caso de que se presente, es importante que acueste a su niño de lado, sosteniendo suavemente la cabeza, hasta que termine la convulsión.

Puede colocar pañitos, una esponja húmeda o una compresa con agua tibia en zonas como las axilas y la frente.

No se recomienda sumergir a su hijo en un baño con agua fría.

Tras la presentación de cualquier convulsión, es fundamental una revisión médica urgente, ya que, aunque muchas convulsiones febriles no son peligrosas, debe evaluarse que no guarde relación con una enfermedad grave.

Aunque la fiebre como tal no es una enfermedad, si suele ser la señal de la presencia de una o el indicador de que el cuerpo esté luchando contra una infección causada por un virus o una bacteria.

Si las fiebres son continuas en los niños, recuerde informárselo a su pediatra para detectar de forma oportuna la causa de la misma.

Con información de la Clínica Mayo

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