La espondilitis anquilosante es una enfermedad reumática e incapacitante, cuyo objetivo es la columna vertebral y el sistema muscular esquelético en general: la espondilitis es una enfermedad sistémica, crónica y autoinmune que, en los casos más graves, provoca una verdadera fusión articular.
La espondilitis anquilosante se sitúa dentro de la espondilartritis y, después de la artritis reumatoide, es la enfermedad degenerativa más frecuente y más grave.
La espondilitis anquilosante es una enfermedad furtiva: en la etapa inicial, el dolor solo afecta a la columna vertebral, y luego afecta a las extremidades inferiores, las rodillas y los hombros. En los casos más graves, la enfermedad podría causar una discapacidad total al paciente.
Causas
La espondilitis anquilosante es un trastorno genético, por lo que se han identificado algunos genes responsables de su manifestación patológica: en el 90% de los pacientes caucásicos se ha encontrado la presencia del gen HLA-B27, mientras que en los individuos afrodescendientes afectados por la espondilitis parece que el gen HLA-B7 es el más responsable.
Además, las estadísticas reportan datos asombrosos: parece que el 20% de las personas sanas con HLA-B27 tienen un alto riesgo de espondilitis anquilosante.
Solo recientemente se han descubierto otros dos genes implicados en la enfermedad: ARTS1 y IL23R.
Como hemos visto, la predisposición genética es un factor absolutamente esencial para la manifestación de la espondilitis: sin embargo, esto no significa que algunos factores ambientales puedan desempeñar un papel relevante en su aparición.
Síntomas
La inflamación de las articulaciones es causada por la infiltración de macrófagos y elementos del sistema inmunológico a nivel de los cartílagos: cuando la inflamación no se trata con prontitud, estas sustancias son responsables de la «obstrucción de los huesos», principalmente debido a la cicatrización y el consiguiente endurecimiento de las articulaciones.
En las primeras etapas, la espondilitis podría confundirse con un simple dolor de espalda (lumbago), fácilmente reversible con el deporte y el descanso: en esta etapa, generalmente, aunque es molesto, el dolor no es agudo. Precisamente debido a este «ligero» dolor de espalda inicial y a la «presunta» reversibilidad del dolor, la espondilitis anquilosante se suele diagnosticar tardíamente, cuando ya es demasiado tarde.
Con la evolución inevitable de la enfermedad, el dolor lumbar se hace más agudo y más extenso; el daño se extiende a varios puntos de la columna vertebral, dando lugar a cambios estructurales en la columna. El paciente enfermo es incapaz de moverse correctamente, no puede flexionar, girar o extenderse. En el caso de la espondilitis anquilosante, se niegan los movimientos comunes: el simple gesto de atrapar un objeto que cae al suelo es un intento casi imposible.
En la evolución patológica de la espondilitis, también hay una evidente afectación cervical en el paciente afectado: el sujeto presenta una mirada lateral, con incapacidad para flexionar y torcer el cuello.
En casos muy graves, la enfermedad causa defectos respiratorios: se han registrado algunos casos singulares de insuficiencia respiratoria (un acontecimiento patológico poco frecuente) causados por la espondilitis anquilosante.
En otros pacientes que sufren de espondilitis anquilosante, se han diagnosticado otras patologías: enfermedad de Crohn, iritis aguda, uveítis anterior, colitis ulcerosa a veces asociada con fiebre y anemia. Las enfermedades cardiovasculares concomitantes son raras.
Diagnóstico y terapias
La investigación de las articulaciones afectadas por la enfermedad, la intensidad del dolor y la búsqueda del gen HLA-B27 son las tres medidas de diagnóstico más utilizadas. Además, en un paciente afectado, también deben tenerse en cuenta otros factores: la postura del sujeto y el grado de calcificación de los huesos.
En la etapa más avanzada de la enfermedad, el daño es irreversible y no hay ninguna terapia que garantice la mejora. El problema más grave, como ya se ha mencionado, es el diagnóstico tardío, ya que si no se interviene a tiempo es muy difícil que el paciente se recupere.
A este respecto, es aconsejable un examen médico desde el primer dolor de espalda aparentemente inofensivo: el lumbago «simple» en cuestión nunca debe subestimarse, ni entenderse como una forma benigna simple y transitoria, ya que podría ser un espía de enfermedades mucho más graves.
Cuando la espondilitis anquilosante se diagnostica a tiempo, el médico debe recomendar el ejercicio y algunos masajes fisioterapéuticos específicos, junto con la ingesta de AINES (medicamentos antiinflamatorios no esteroideos). En el caso de las formas patológicas principales, generalmente se prescriben medicamentos antirreumáticos o corticoesteroides.