Dolly Medina es la madre de Emmanuel González, un jovencito que llegó a esta vida siendo prematuro de 34 semanas y con la condición de síndrome de Cornelia de Lange, una enfermedad genética en la que hay un trastorno del desarrollo que afecta muchas partes del cuerpo.
“Yo estudié sobre el síndrome y vi que las expectativas de vida eran bien bajitas, pero aun así mantuve intacta mi fe. El médico me dijo vamos a dejarlo ahí a ver si papá Dios hace un milagro y si, si lo hizo, por eso se llama Emmanuel porque ese no iba a ser su nombre, se llama Emmanuel en honor al primer milagro que papá Dios obró en él”, exaltó Dolly.
Con el paso de los años, por características físicas y tras un análisis de cromosomas Emmanuel fue diagnosticado con Síndrome de Down, un trastorno genético de los cromosomas del par 21 que provoca retraso intelectual y del desarrollo.
“El genetista me explicó que él tenía un tipo de Síndrome de Down Mosaico, en donde no todos los cromosomas están duplicados y por eso sus análisis salían bien”, aclaró.
Para su madre el desarrollo de Emmanuel fue normal, recuerda que en su infancia era un niño que jugaba y peleaba con su hermano y era aficionado al boxeo.
La salud de Emmanuel
En su escuela la maestra le indicaba a Dolly que Emmanuel dormía mucho, sin embargo, ella no veía bien, hasta que de pronto, después de ser un pequeño muy «comelón», dejó de tener apetito, por lo que, Doris se preocupó y lo llevó a urgencias.
En sala de emergencia le indicaron que estaba en 3 de hemoglobina por lo que al día siguiente fue trasladado a Caguas para ser atendido por una hematóloga-oncóloga.
“Solo con escuchar la especialidad de la doctora, se me cayó el mundo, pero allí le hicieron el diagnóstico de que no era leucemia o alguna condición sanguínea sino que era renal”, expresó.
Luego de algunos exámenes determinaron que se requería trasplante de riñón y tras la espera de autorización de diversos especialistas, por fin Emmanuel fue ingresado en la lista de espera con el anhelo de que surgiera un segundo milagro.
“Un 5 de octubre me llamaron, yo estaba trabajando y me dijeron que Emmanuel estaba como segundo en la lista y empecé a gritar como una loca “ese riñón es mio”, y arranqué para San Juan esperando qué ocurría, pero yo sabía que ese riñón era para mi nene, mi corazón me lo decía”, recordó Dolly.
Al siguiente día, Emmanuel fue trasplantado exitosamente y su calidad de vida mejoró. Doris recuerda que su peso antes del trasplante estaba entre las 90 y 95 libras y después del procedimiento, ahora incluso, Emmanuel tiene que bajar un poco de peso, por lo que está en acompañamiento por parte de nutricionistas.
“Emmanuel ahora está feliz con su riñón porque puede comer, jugar baloncesto y va a trabajar”, destacaron sonrientes madre e hijo.
Un mensaje de amor
“Le doy gracias a Dios y a los donantes porque le dieron una oportunidad a mi nene, le regalaron calidad de vida y por eso mi familia y mis amigos cercanos estamos inscritos como donantes”, concluyó Dolly exaltando la importancia de la donación como un regalo de vida.