La enfermedad de la tiroides es un grupo de trastornos que afecta la glándula tiroidea. La tiroides es una glándula pequeña en forma de mariposa en la parte delantera del cuello que produce dos hormonas tiroideas. Las hormonas tiroideas controlan cómo el organismo usa la energía, por lo que afectan la manera como trabajan casi todos los órganos en el cuerpo, incluso el corazón.
¿Qué papel juegan las hormonas tiroideas en el embarazo?
Las hormonas tiroideas son cruciales para el desarrollo normal del cerebro y del sistema nervioso del bebé. Durante el primer trimestre, los primeros 3 meses de embarazo, el bebé depende del suministro de la hormona tiroidea de la madre, que llega a través de la placenta. Alrededor de la semana 12, la tiroides del bebé empieza a funcionar por sí sola, pero no produce suficiente hormona tiroidea hasta las 18 a 20 semanas de embarazo.
Dos hormonas relacionadas con el embarazo, la gonadotropina coriónica humana (hCG, por sus siglas en inglés) y el estrógeno, causan concentraciones más altas de la hormona tiroidea en la sangre. Durante el embarazo, en las mujeres sanas la tiroides se agranda ligeramente pero no lo suficiente como para que un profesional de atención médica la pueda palpar durante un examen físico.
Los problemas de tiroides pueden ser difíciles de diagnosticar durante el embarazo debido a las concentraciones más altas de hormonas tiroideas y a otros síntomas que se presentan tanto en el embarazo como en los trastornos de la tiroides. Algunos síntomas de hipertiroidismo o hipotiroidismo son más fáciles de detectar y pueden llevar a su médico a examinarla para detectar estas enfermedades de la tiroides.
Si ya tengo una disfunción tiroidea, ¿puedo quedarme embarazada?
Las disfunciones tiroideas pueden ser peligrosas para el feto. Las hormonas tiroideas influyen en el sistema nervioso central del bebé, si son insuficientes se corre el riesgo de un retraso en el desarrollo neuronal. Por otro lado, el hipertiroidismo en el embarazo, con su exceso hormonal, podría provocar contracciones uterinas que afectan al curso de la propia gestación. Pero la cuestión es que, bien diagnosticadas y bien tratadas, estas disfunciones pueden llegar a ser totalmente compatibles con un embarazo sereno.
¿Cómo?
Si la madre ya está siendo tratada con hormona tiroidea antes de la concepción porque padece hipotiroidismo, debe continuar la terapia (aumentando la dosis). En cambio, en caso de hipertiroidismo grave, la intervención debe realizarse antes del embarazo. Si es menos grave, puede tratarse con yodo radiactivo (dejando pasar seis meses entre el tratamiento y la concepción). Una vez iniciado el embarazo, la madre hipertiroidea puede continuar el tratamiento farmacológico actual, con las precauciones adecuadas.
¿Cómo tratan los médicos el hipotiroidismo durante el embarazo?
El tratamiento para el hipotiroidismo consiste en reemplazar la hormona que su propia tiroides ya no puede producir. El médico probablemente le recetará levotiroxina, un medicamento para la hormona tiroidea que es igual a la T4, una de las hormonas que la tiroides produce normalmente. La levotiroxina es segura para el bebé y es de especial importancia hasta que el bebé pueda producir su propia hormona tiroidea.
Puede que algunas mujeres con hipotiroidismo subclínico, una forma leve de la enfermedad sin síntomas claros, no necesiten tratamiento.
Si tuvo hipotiroidismo antes de quedar embarazada y está tomando levotiroxina, es probable que necesite aumentar la dosis. La mayoría de los especialistas en tiroides recomiendan tomar dos dosis adicionales de medicamento para la tiroides por semana, comenzando de inmediato. Comuníquese con su médico tan pronto sepa que está embarazada.
El médico probablemente evaluará sus concentraciones de la hormona tiroidea cada 4 a 6 semanas durante la primera mitad del embarazo, y al menos una vez después de las 30 semanas.1 Es posible que deba ajustar su dosis varias veces.
Controles tiroideos durante el embarazo
Hablando de revisiones de la tiroides en el embarazo, hay que recordar siempre que el propio embarazo modifica el funcionamiento de la glándula tiroides, incluso de una semana a otra. También se realiza un control adicional del recién nacido: una punción superficial en el talón para comprobar el correcto funcionamiento del sistema endocrino del bebé.