La ansiedad consiste en una preocupación o miedo excesivos, que pueden manifestarse de forma leve o grave. Puede invadir muchos aspectos de la vida y ser difícil de controlar.
Todas las personas experimentan ansiedad en determinados momentos de la vida, por ejemplo cuando tienen que hacer un examen, someterse a una revisión médica o a una entrevista de trabajo. En momentos así, sentirse ansioso es perfectamente normal. Sin embargo, algunas personas tienen dificultades para controlar sus preocupaciones. En estos casos, la ansiedad se vuelve excesiva o persistente y puede llegar a afectar a la vida cotidiana, causando malestar y perjudicando el funcionamiento de la persona en el ámbito social, laboral u otras áreas importantes.
Síntomas de ansiedad
Síntomas cognitivos de la ansiedad
Desde un punto de vista cognitivo, los síntomas típicos de la ansiedad son:
- Sensación de vacío mental
- Creciente sensación de alarma y peligro
- Inducción de imágenes, recuerdos y pensamientos negativos
- Conductas cognitivas protectoras
- Marcada sensación de ser observado y de ser el centro de atención de los demás
Síntomas conductuales de ansiedad
En la especie humana, la ansiedad se traduce en una tendencia inmediata a explorar el entorno, buscando explicaciones, consuelo y vías de escape. La principal estrategia instintiva de gestión de la ansiedad es también la evitación de la situación temida (estrategia de «más vale prevenir que curar»).
También son frecuentes los comportamientos protectores (estar acompañado, tomar ansiolíticos en caso necesario, etc.).
Síntomas físicos de la ansiedad
La ansiedad también suele ir acompañada de manifestaciones físicas y fisiológicas como:
- Sensación de nerviosismo, agitación y tensión
- Temblor
- Sudoración
- Palpitaciones
- Aumento de la frecuencia cardíaca
- Mareos o vértigo
- Náuseas
- Respiración acelerada
- Sensación de debilidad o cansancio
- Hormigueo en las extremidades y alrededor de la boca
- Padecer problemas gastrointestinales
A continuación describiremos mejor algunos de los síntomas físicos de la ansiedad, cómo se manifiestan y cuáles son sus posibles consecuencias:
Palpitaciones
Es necesario, en la medida de lo posible, distinguir diferentes afecciones relacionadas con las palpitaciones: palpitaciones, taquicardia y arritmia.
Esta última, por ejemplo, suele presentarse con latidos irregulares incluso en personas sanas, durante sus actividades cotidianas y es más probable que ocurra cuando la persona está ansiosa.
A menudo, la interpretación que se da a un síntoma físico de este tipo durante un estado de ansiedad está vinculada a la idea de sufrir un infarto. Y ello a pesar de que subyace un aumento de la excitabilidad electrofisiológica del músculo cardíaco que no tiene consecuencias médicas negativas.
Dolor en el pecho
Se trata de un síntoma físico que puede aparecer durante períodos de gran ansiedad en ausencia de un trastorno cardiaco.
Puede tener diferentes orígenes, como la respiración torácica y los trastornos gastrointestinales (por ejemplo, reflujo esofágico o espasmos esofágicos). Cuando la persona interpreta de forma catastrofista las causas benignas del dolor, es posible que aumente el estado ansioso, llegando incluso al pánico.
Pero en realidad sabemos que cuando se produce un estado de ansiedad muy elevado, el organismo segrega adrenalina, que hace que aumente el ritmo cardíaco y el cuerpo trabaje más deprisa. Es una forma evolutiva de preparar mejor a la persona para afrontar situaciones peligrosas.
Si la adrenalina daña el corazón, ¿cómo ha podido sobrevivir el hombre hasta hoy? Así pues, la aceleración de los latidos del corazón debida a estados de ansiedad no provoca infartos; debe haber algo patológico para que esto ocurra.
Sensación de falta de aire
La respiración es una acción que funciona independientemente de lo que una persona piense o haga, está controlada automáticamente por el cerebro. De hecho, los controles cerebrales funcionan incluso cuando uno intenta dejar de respirar.
La sensación de falta de aire es muy frecuente en los trastornos de ansiedad y es el resultado de una respiración torácica (pectoral) prolongada y repetida.
De hecho, una respuesta física al estrés es el predominio relativo de la respiración torácica sobre la abdominal, lo que conduce a la fatiga de los músculos intercostales, que se tensan y sufren espasmos, provocando malestar y dolor pectoral que induce la sensación de falta de aire.
Si uno no se da cuenta de que estas sensaciones son inducidas por la respiración torácica, entonces parecerán repentinas, aterradoras, llevando a la persona a alarmarse aún más.
Náuseas o molestias abdominales
El estómago se contrae y se relaja de forma regular y constante.
Cuando se altera este ritmo, se producen náuseas. Diversos factores pueden provocar esta sensación física, como la ingestión de ciertos alimentos, alteraciones vestibulares, hipotensión postural o incluso estímulos previamente neutros.
Las funciones de nutrición y digestión son las primeras que se desactivan durante un estado de alerta, pero si la persona interpreta erróneamente las náuseas como una señal de vómito inminente, es más probable que la ansiedad aumente y desemboque en pánico.
Pero, afortunadamente, que las náuseas provoquen vómitos rara vez ocurre, es más probable que la gente sobreestime esta posibilidad.
Temblores y sudoración
Los primeros son movimientos involuntarios, oscilatorios y rítmicos de una o varias partes del cuerpo, provocados por la contracción alterna de movimientos musculares opuestos.
La sudoración, por su parte, ayuda a controlar la temperatura corporal, que aumenta cuando hay ansiedad.
De hecho, el estrés estimula el sistema nervioso simpático con un aumento de los niveles de adrenalina y noradrenalina que estimulan un incremento del metabolismo, aumentando así la producción de calor y la consiguiente sudoración que ayuda a bajar la temperatura corporal.
De nuevo, cuanto mayor sea la atención y la catastrofización con respecto a estos síntomas físicos, mayor será la probabilidad de que aumenten en intensidad.
Vértigo
El vértigo es producto de la ilusión de movimiento del yo o del entorno.
Consisten en sensaciones de confusión, mareo o aturdimiento.
Cuando la información del sistema del equilibrio (sistema visual, somatosensorial y vestibular) entra en conflicto, se produce el vértigo.
Los problemas de equilibrio y los síntomas físicos asociados (inestabilidad, ansiedad, sudores fríos, palpitaciones) también pueden producirse como consecuencia de la ansiedad, la hiperventilación y las reacciones habituales al estrés, como apretar la mandíbula y los dientes.
Obviamente, la intensidad del vértigo puede aumentar si se presta más atención a estas sensaciones.
Fuentes: Mayo Clinic y Medical News Today