La eutanasia significa etimológicamente «buena muerte» y se define como el acto deliberado de dar fin a la vida de una persona, producido por voluntad expresa por la propia persona y con el objeto de evitar un sufrimiento, mediante la prestación de ayuda para morir.
Mientras el Dr. Marcos Hourmann estaba de guardia en Tarragona, España atendió a Carmen Cortiella, una paciente descompensada de 82 años con cáncer de colon avanzado, hemorragia digestiva, diabetes y otras comorbilidades.
A la paciente le costaba respirar y la sedación solo prolongaría lo inevitable durante algunas horas. La hija de Carmen le imploró al doctor que hiciera algo para que su madre no sufriera, incluso la misma anciana anteriormente había pedido que su enfermedad no hiciera sufrir a su hija. El doctor Hourmann no lo dudó entonces, inyectó cloruro potásico en las venas de la paciente, registró el acto en la historia clínica y se fue a descansar.
Este día comenzó la agonía para el especialista. El propio hospital realizó la denuncia debido a que la eutanasia no estaba aprobada en España, fue condenado a un año de prisión (luego reducido a 4 meses) y a otro de inhabilitación para el ejercicio de la medicina, a pesar de que la familiar de la paciente jamás hizo una denuncia.
En el ínterin, el especialista trabajó algunos años en Gales, mintiendo respecto de sus antecedentes, hasta que el diario The Sun lo descubrió y bautizó como «Doctor Muerte», por lo que le revocaron la licencia y debió abandonar el país.
Hoy el doctor Hourmann reconstruye detalles del episodio, del derrotero posterior y de su historia familiar en una obra de teatro documental que protagoniza por primera vez en Buenos Aires después de 168 funciones en España a lo largo de cuatro años, cuyo título es «Celebraré mi muerte», una obra que es «un canto a la vida, llena de humor, de paz, de alegría, de locura y también de tristeza, claro. Es un remolino de emociones a lo largo de cincuenta minutos».
Desde que Holanda se convirtió en 2002 en el primer país en legalizar la eutanasia, otros seis países aprobaron iniciativas similares, aunque siempre se requiere el consentimiento expreso de la persona, por lo que en ningún caso es una medida que puedan solicitar los familiares de pacientes que se encuentran en coma.
Luego de ser aprobada en Holanda en abril de 2002, la eutanasia fue legalizada en Bélgica un mes después; en Luxemburgo (2009); en Colombia (2014); en Canadá (2016); en España (2021), y en Nueva Zelanda (2021).
¿Colisiona la eutanasia con el Juramento Hipocrático?
«El Juramento Hipocrático es una obligación moral y ética que el médico tiene respecto de su trabajo y la responsabilidad de lo que significa atender un paciente. Obviamente, esto se va modificando a través del tiempo, pero yo lo llevo presente todo el día y siempre he cumplido con sus preceptos. Cuando hago un acto médico, pienso en hacer lo mejor para el paciente. El esfuerzo máximo que hice con Carmen fue arriesgar mi propia vida para ayudarla a morir de una manera más digna», afirmó a Medscape el doctor Hourmann.
Según el especialista, la eutanasia es una forma más de terminar la vida de un ser humano cuando no hay solución médica y científica viable y hay un pedido explícito del paciente de que ese sufrimiento le impide seguir vivo.
Diferencia entre eutanasia y suicidio asistido
La eutanasia y el suicidio médicamente asistido tienen la misma finalidad: causar la muerte de un individuo que cumpla con los requisitos legales para acceder al procedimiento. La diferencia radica en quién causa efectivamente la muerte de la persona. Dicho de otra manera, en el rol que adopta el médico.
En la eutanasia es el médico quien causa la muerte de la persona, mientras que en el suicidio médicamente asistido el profesional presta una ayuda o asistencia para que la persona sea quien cause su muerte. La persona causa su muerte con dosis letales de un medicamento que le provee o formula alguien más.
Fuentes: Medscape, BBC, CNN