La endometriosis es un trastorno que afecta a las mujeres cuando un tejido similar al que recubre el interior del útero -endometrio- crece por fuera de él. Las partes afectadas con mayor frecuencia son los ovarios, las trompas de Falopio, los tejidos que sostienen el ovario y la superficie externa de los ovarios.
De acuerdo con datos de Mayo Clinic, la endometriosis es una condición de difícil diagnóstico debido a que los síntomas pueden asociarse a otro tipo de afecciones. Incluso, afirma que las mujeres llegan a experimentar los síntomas de la endometriosis hasta por más de diez años sin recibir un diagnóstico o tratamiento adecuado.
Esta realidad la experimentado Emeralys Acevedo, una joven de 28 años con endometriosis. Ella ha decidió alzar su voz a través de BeHealth y contar su historia con dos propósitos: hacerles saber a las pacientes con endometriosis que no están solas y que hay alternativas para salir adelante; y hacer un llamado sobre la necesidad de educación respecto a esta condición.
Vivir con una condición sin descubrir
La endometriosis nunca fue discreta con Emeralys. Como ella lo relata “toda mi vida, desde que me llegó la menstruación tuve dolores bien fuertes, me duraba de nueve a diez días. Había veces que no podía pararme de la cama”, pero a pesar de sus síntomas nunca hubo un diagnóstico, todos los doctores que la veían le decían que sus dolores menstruales eran normales “hay personas que tienen dolores más fuertes que otras”, relata.
La situación siempre fue la misma, hasta que un día, a sus 17 años, presentó un dolor fuerte, la llevaron al médico y tuvieron que intervenirla quirúrgicamente porque tenía un quiste del tamaño de una bola de tenis. De este modo, llegó el diagnóstico de endometriosis. Luego del dictamen, empezó un tratamiento hormonal, pero sus dolores incapacitantes seguían cuando llegaba la menstruación.
La travesía por encontrar un alivio a sus síntomas
Los síntomas de Emeralys siguieron manifestándose de manera habitual. Sin embargo, luego de superar la adolescencia, graduarse de la universidad y casarse, empezó la verdadera travesía a sus 24 años. Sus dolores se intensificaron y ya no aparecían solo durante la menstruación, ahora la ovulación también era dolorosa.
Los síntomas de la endometriosis afectaron diferentes aspectos de su vida. En el trabajo la encontraban llorando del dolor en el piso y tener intimidad con su esposo era doloroso. Incluso, llegó al punto de tener que medicarse antes de tener relaciones.
En medio del difícil panorama, encontró al ginecólogo Juan Salgado, él la examina a profundidad y en palabras de Emeralys esto fue lo que descubrió:
“Todos mis intestinos estaban pegados, porque la endometriosis no es nada más en el útero, en casos extremos puede llegar a otros órganos y en mi caso, estaba hasta los intestinos. Además, yo tenía adenomiosis, pequeños tumorcitos pegados en el útero. También, tenía hidrosalpinx -adherencias e inflamación dentro de la trompa de Falopio- y quistes ováricos».
Tras los hallazgos, operaron nuevamente a Emeralys y le sacaron solo una trompa de Falopio con la intención de dejar abierta la posibilidad de cumplir su sueño de ser mamá. Sin embargo, el doctor le dijo que la opción de quedar en embarazo no era 100% posible –otro síntoma asociado a la endometriosis-.
Con la operación, los síntomas no mostraron mejoría y los intentos de embarazo no dieron resultados. Al no lograrlo se contactó con un especialista en procesos in vitro e inseminación y luego de dos intentos, ambas pruebas salieron negativas.
“Emocionalmente fue bien difícil, yo siempre he querido ser mamá y al no poder, pasé por un proceso emocional, de sanación y aceptación bien complicado. Cada día los dolores eran más fuertes y no tenía calidad de vida, hasta el trabajo se me estaba afectando. Es entonces cuando, debido a mi historial, todos los doctores que me venían tratado, llegaron a la conclusión de que en efecto ya no había nada que hacer. A mis 26 años me sacaron el útero, la trompa que me quedaba, y los dos ovarios”.
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Un Cambio de 180 grados
Sin sus órganos reproductivos, Emeralys empezó una nueva etapa en la que los dolores desaparecieron, pero su búsqueda por tener hijos no se detuvo. Esta vez, ante la imposibilidad de quedar en embarazo, intentó con un vientre de alquiler y tampoco funcionó. “Intentamos de todo, pero sabemos, somos creyentes, que hay otros planes y estamos ahora en proceso de adopción”.
Para Emeralys, lo más duro de su enfermedad -además de los costosos tratamientos y los fuertes síntomas que ha tenido que soportar por años- es el dolor de no poder ser madre. Sin embargo, como muestra de su resiliencia dice: “aunque no soy mamá, creo que si no hubiese pasado por todo ese proceso no estaría disfrutando la bendición de una adopción».
Además, hace un llamado ante el desconocimiento que hoy por hoy se tiene ante la enfermedad, ya que según afirma, “tal vez si hubiese tenido un tratamiento temprano no habría tenido que pasar por tantas cosas. Mi mayor crítica y frustración en cuanto a mi enfermedad es que se dieron cuenta tarde. Definitivamente es necesaria la orientación y la educación en este aspecto porque todavía, al sol de hoy, lo que piensan es qué es un dolor menstrual que algunas lo tienen más fuertes que otras y en realidad no es así”.
En este mismo sentido, ella envía un mensaje a las mujeres que sufren de cólicos fuertes y han experimentado síntomas similares como menstruación dolorosa, dolor durante o después de las relaciones y sangrados excesivos:
“No están solas, hay muchas mujeres pasando por lo mismo. No se dejen llevar por lo que las personas dicen que ‘es un simple dolor y ya’. Vayan a su médico y si no están satisfechas con lo que el médico les está diciendo que busquen otras opiniones. No se queden con la primera opinión”.