Para controlar o prevenir diferentes afecciones han adelantado estudios en los que se busca determinar cómo una adecuada alimentación favorece cierto tipo de condiciones clínicas.
El portal Medscape dio a conocer detalles de un análisis de ensayos aleatorizados que sugiere que la dieta mediterránea y las dietas bajas en grasa podrían reducir el riesgo de muerte e infarto de miocardio no fatal especialmente en la población de adultos mayores con riesgo de enfermedad cardiovascular.
Por su parte, la dieta mediterránea también podría resultar efectiva ayudando a reducir el riesgo de ictus.
A su vez, analizaron otros cinco tipos de dietas populares, sin embargo, tras los hallazgos parecen tener poco o ningún beneficio con respecto a estos resultados de la salud cardiovascular.
«Estos hallazgos con presentaciones de datos son extremadamente importantes para los pacientes que son escépticos acerca de la conveniencia de cambiar la dieta», escribieron los autores, dirigidos por Giorgio Karam, de la University of Manitoba, en Winnipeg, Canadá.
Los resultados hacen parte de la publicación en versión electrónica del 29 de marzo en The BMJ.
De acuerdo con los investigadores, en la actualidad se recomienda a los pacientes con riesgo de enfermedad cardiovascular seguir unas dietas específicas junto con actividad física sumadas a otras cointervenciones, pero a menudo estas “se basan en evidencia de certeza baja de estudios no aleatorios y en resultados indirectos”.
“Varios metanálisis de ensayos controlados aleatorizados con mortalidad y resultados cardiovasculares importantes informaron los beneficios de algunos programas dietéticos, pero esos estudios no usaron metanálisis en red para brindar estimaciones absolutas y certeza de las estimaciones para adultos con riesgo intermedio y alto, informaron los autores”, señalaron los investigadores de acuerdo a información de Medscape.
Detalles de la investigación
Para este estudio, se realizó una revisión sistemática integral y un metanálisis en red para comparar los efectos de 7 dietas estructuradas populares sobre la mortalidad y los eventos de enfermedad cardiovascular en adultos con enfermedad cardiovascular o en riesgo de presentarla.
Los siete programas dietéticos fueron las dietas mediterránea, baja en grasas, muy baja en grasas, modificada en grasas, combinada baja en grasas y baja en sodio, Ornish y Pritikin.
“Los datos para el análisis provinieron de 40 ensayos controlados aleatorios que involucraron a 35.548 participantes que fueron seguidos durante un promedio de 3 años”, señala el portal Medscape.
Tras los análisis, se pudo determinar con evidencia de certeza «moderada» que la dieta mediterránea fue superior a la intervención mínima para la mortalidad por todas las causas (odds ratio [OR]: 0,72), mortalidad cardiovascular (OR: 0,55), ictus (OR: 0,65) e infarto de miocardio no mortal (OR: 0,48).
La dieta mediterránea logró evidenciar una reducción en diferentes aspectos y por ejemplo, provocó 17 muertes menos por cualquier causa, 13 muertes cardiovasculares menos, 7 ictus menos y 17 infartos de miocardio no mortales menos.
También, hubo evidencia de certeza moderada de que una dieta baja en grasas fue superior a la intervención mínima para la prevención de la mortalidad por todas las causas (OR: 0,84; 9 muertes menos por 1.000) y el infarto de miocardio no mortal (OR: 0,77; 7 muertes menos por 1.000).
La dieta baja en grasas reflejó un bajo beneficio con respecto a la reducción de accidentes cerebrovasculares.
“La dieta mediterránea no fue convincentemente superior a una dieta baja en grasas para la mortalidad o el infarto de miocardio no fatal”, escribieron los autores.
Resultados
Los efectos de las dietas mediterránea y baja en grasas fueron más pronunciados en adultos con alto riesgo de enfermedad cardiovascular.
Con la dieta mediterránea, hubo 36 muertes por todas las causas menos y 39 muertes cardiovasculares menos por 1.000 durante 5 años.
Los otros 5 programas dietéticos en general tuvieron «poco o ningún beneficio», en comparación con una intervención mínima mostrando una evidencia de certeza baja a moderada.
Los estudios no proporcionaron suficientes datos para medir el impacto de las dietas sobre otras condiciones como la angina, la insuficiencia cardiaca, los eventos vasculares periféricos y la fibrilación auricular.
Los investigadores esperan poder aportar con mayores investigaciones exhaustivas superando las limitaciones de este estudio que se basaron en no poder medir la adherencia a los programas dietéticos y la posibilidad de que algunos de los beneficios se deban a otros factores, como el tratamiento farmacológico y el apoyo para dejar de fumar.
Fuente Medscape