Perdimos a mi papá hace ocho años ya, y no hay día en que no lo recuerde. Muchos de ustedes también posiblemente lo recordarán porque Tino García fue uno de los mejores comediantes de su generación, además de un gran actor dramático, aunque su carrera se concentró mayormente en la comedia. Y tenía un gran sentido del humor, el cual, agraciadamente, heredé de él, porque mi madre, bueno, ella tiene una infinidad de cualidades, pero el sentido del humor no es uno de ellos. Papi decía en broma que, si a mami le hacías un chiste de doble sentido, ella no entendía ninguno de los dos. Eran como el aceite y el vinagre, y sin embargo estuvieron casados cincuenta y ocho años.
Pienso que papi fue el séptimo hijo que mami crio, porque era como otro niño, en muchos sentidos. Le tomó mucho tiempo madurar, y me parece que nunca realmente admitió que tenía un problema con la bebida. No, no fue un padre perfecto, pero tengo que admitir que yo lo amaba entrañablemente. En los años que participé en los grupos de “Al Anon” para familiares y parejas de alcohólicos, aprendí algo que cambió la forma en que lo veía a él y a otros seres queridos con problemas de adicciones, y es esta frase: “Separa a la persona de su enfermedad”. Y de esta manera pude enfocarme en las cualidades maravillosas que sí tenía mi padre y que hoy viven en mí.
Para darles un ejemplo, papi, a pesar de que todo el mundo lo conocía, siempre fue una persona bien humilde. Recuerdo de niña, caminando con él por el Viejo San Juan, que alguien lo detuviera para hablarle, y a veces estaba diez minutos hablando con la persona. Cuando terminaba yo le preguntaba “Papi, ¿quién es ese?” Y él me contestaba “Yo no sé, yo no lo conozco”. Por eso tal vez es que cuando yo comencé a trabajar como reportera en noticias y me convertí en una figura pública, el que la gente me reconociera y saludara, como todavía lo hacen, nunca se me subió a la cabeza. De papi aprendí que el público se respeta y se considera siempre. Él se consideraba un obrero de su arte, no una estrella. Pienso que es algo de lo que muchos hoy en día deberían aprender.
Otra cualidad que aprendí de mi padre es que era capaz de hablar con todo tipo de persona y tener una conversación interesante. Lo vi conversar con un deambulante que lo saludaba en la calle, o con un médico o un político, con la misma naturalidad. Eso es lo que yo llamo, “don de gente”, y papi lo tenía. Es algo que procuro imitar siempre, estar presente y darle atención a toda persona que se cruce en mi camino, porque todas son importantes.
La vida me ha llevado a trabajar junto a muchas figuras que no solo conocieron a mi papá, sino que también trabajaron con él. Y es común escucharlos decir: “Tú padre fue un gran compañero, siempre un caballero, y un gran actor.” Es lindo saber que es recordado de esta manera. Y lo cierto es que mi padre fue siempre bien responsable con su trabajo. Tan pronto le entregaban un libreto para una comedia en televisión o alguna de las obras de teatro que hizo, se lo estudiaba de rabo a cabo. Y llegaba siempre a los ensayos media hora antes de lo que se suponía porque no quería fallar. Cuando era niña, yo lo ayudaba a estudiar sus líneas y pienso, que, de alguna forma, haciéndolo, aprendí sin saberlo, lo que es el ritmo dentro de la comedia, algo en lo cual mi padre era un maestro.
Cuando comencé mi carrera como reportera de televisión hace treinta y nueve años, yo nunca pensé que iba a subirme a un escenario a hacer teatro, y mucho menos stand up comedy. Pero las oportunidades se dieron y yo acepté el reto. Como llevo más de veinte años haciendo teatro, papi me llegó a ver, a disfrutarse mi trabajo, y a hacerme críticas que siempre aprecié mucho. Desde que él se fue, cada vez que hago teatro, pienso en él antes de salir a escena. Lo visualizo haciendo una de sus morisquetas, y le entrego el momento con la frase, “esto es por ti, papi«.
Te invito a que celebres el Día de los Padres agarrándote de lo mejor de ellos. De esa forma no solo les rendimos homenaje, sino que también sanamos en el proceso. ¡Feliz día a todos los padres!