La obesidad, una creciente preocupación de salud pública, se ha erigido como un factor de riesgo significativo para las enfermedades cardiovasculares. Con el objetivo de ahondar en esta conexión, tuvimos el privilegio de entrevistar a la cardióloga María Ramos, destacada experta y expresidenta de la Sociedad Puertorriqueña de Cardiología.
Definiendo la obesidad
Comenzando la conversación, la Dra. Ramos estableció la definición de obesidad como «la acumulación excesiva de reservas de grasa en nuestro cuerpo, una condición crónica y degenerativa que ha triplicado su prevalencia a nivel mundial en los últimos 30 años». Este aumento constante plantea interrogantes sobre la naturaleza a largo plazo de esta condición, que a menudo se inicia en la adolescencia o la adultez temprana.
La cardióloga subrayó la importancia del Índice de Masa Corporal (IMC) como herramienta diagnóstica, indicando que «un IMC superior a 30 indica un riesgo leve (obesidad clase 1), mientras que un IMC superior a 35 aumenta el riesgo a moderado (obesidad clase 2)». Cuando el IMC supera los 40, nos encontramos en la categoría de riesgo clase 3, una situación de obesidad que conlleva riesgos significativos.
Más allá de los riesgos convencionales
Además de los riesgos convencionales asociados con la obesidad, como la hipertensión y la diabetes, la Dra. Ramos destacó que esta condición afecta específicamente la estructura interna vascular, desencadenando una «respuesta inflamatoria sistémica y acelerando la progresión de la enfermedad arteriosclerótica, aumentando los estados trombóticos».
Para abordar la obesidad de manera efectiva, la Dra. Ramos enfatizó la necesidad de reconocerla como «una cuestión de salud crónica que estará presente». También hizo hincapié en la importancia de abordar posibles estresores psicológicos, como la ansiedad o la depresión, sin recurrir a la comida como consuelo.
Estrategias para la pérdida de peso
En esta línea, la Dra. Ramos brindó orientación sobre cómo abordar la obesidad, destacando la importancia de buscar ayuda profesional desde el principio y establecer metas realistas. «La pérdida de peso es un proceso a largo plazo», subrayó. Además, instó a adoptar un enfoque holístico que incluya cambios en la alimentación y la actividad física.
Al profundizar en cómo la obesidad afecta las condiciones cardiovasculares, la Dra. Ramos señaló que va más allá de los riesgos tradicionales. «La obesidad tiene un impacto negativo que aumenta la mortalidad, especialmente cuando se combina con antecedentes familiares de hipertensión, diabetes, colesterol elevado, muerte súbita y hábitos poco saludables como fumar y consumir alcohol».
Evaluación y consulta médica
En cuanto a las opciones de tratamiento, la Dra. Ramos enfatizó la importancia de la consulta con un cardiólogo antes de emprender cambios significativos en la rutina de ejercicio o adoptar regímenes drásticos. Destacó diversas alternativas, desde cambios moderados en la actividad física hasta operaciones bariátricas, señalando que «es crucial evaluar los antecedentes familiares y las predisposiciones individuales».
Al evaluar la pérdida de peso, la Dra. Ramos destaca que no solo se trata de mejorar el peso, sino que tiene «un impacto positivo en la salud cardiovascular». Los casos de éxito demuestran que la pérdida de peso a menudo conduce a una reducción en la necesidad de medicamentos, lo cual es un logro positivo para la salud.
La Dra. Ramos alienta la evaluación individual de riesgos y beneficios de la pérdida de peso, reconociendo que, si bien algunos riesgos pueden persistir, la reducción de peso tiene un impacto positivo en muchos casos. «Es alentador ver que personas de diversas edades buscan mejorar su salud a través de la pérdida de peso y cambios en el estilo de vida», concluyó.
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