Recientes hallazgos revelaron que, en temporadas de celebración como Navidad, Acción de Gracias o San Valentín, un gran porciento de la población batalla con sentimientos de depresión y soledad.
La asociación entre vivir solo y la depresión es evidente. Factores como la elección personal en las condiciones de vida, el compromiso con el trabajo o la comunidad y el acceso al apoyo social y emocional pueden influir significativamente en el bienestar mental de las personas que viven solas.
Las personas que viven solas pueden ser más susceptibles a los sentimientos de depresión en comparación con las que viven con otras personas.
A través de un estudio realizado en 2021 por el Center Disease Control and Prevention (CDC) encontró que un 6.4% de las personas que viven solas han tenido sentimientos de desaliento. De igual manera, el estudio sugiere que el aislamiento social y la soledad, prevalentes entre quienes viven solos, pueden contribuir a tasas más altas de depresión.
En estos momentos, el número de adultos que viven solos en Estados Unidos ha aumentado significativamente, 14,5% entre 2012 y 2022 a alcanzar los 37,9 millones en el último año. Esta tendencia genera preocupación sobre el impacto potencial del aislamiento social en la salud mental.
Debido al COVID-19 y las medidas de distanciamiento social, las personas se han visto obligadas a vivir solas o separadas temporalmente de personas que les importan, como una pareja romántica, familiares o amigos. Pero, en términos más generales, vivir solo se ha convertido lentamente en una nueva norma.
A través del estudio se descubrió que personas que viven solas pueden tener un mayor riesgo de aislamiento social y soledad, lo que se ha relacionado con un mayor riesgo de mortalidad y resultados de salud adversos, comparado con las personas que viven con alguien más.
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Implicaciones para la salud pública
Los hallazgos del estudio se suman a la conversación en curso sobre el impacto de la soledad en la salud pública. En respuesta a las crecientes preocupaciones, en algunas regiones, se ha declarado la soledad una emergencia de salud pública.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), en los adultos mayores, la soledad se asocia con un 50% más de riesgo de desarrollar demencia y un 30% más de riesgo de enfermedad de las arterias coronarias o accidente cerebrovascular. Además, según los resultados de una investigación, entre el 5% y el 15% de los adolescentes se sienten solos. Sin embargo, es probable que estas cifras sean subestimaciones, afirmó la OMS.
Mientras la nación lidia con las implicaciones para la salud mental de la vida en solitario, el estudio subraya la importancia de fomentar conexiones sociales para combatir los efectos potencialmente dañinos de la soledad y el aislamiento.
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