La enfermedad de Crohn se identifica principalmente por la inflamación intestinal característica y los problemas digestivos que ocasiona. No obstante, esta inflamación puede tener repercusiones en otras áreas del cuerpo.
Los profesionales médicos utilizan el término «manifestaciones extraintestinales» (EIM) para describir los síntomas de la enfermedad de Crohn que afectan a partes del cuerpo más allá del sistema digestivo. Un ejemplo notable de esto es la implicación de los ojos.
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Sorprendentemente, entre el 3,5% y el 6,8% de las personas con enfermedad de Crohn también sufren trastornos inflamatorios en los ojos.
Afortunadamente, en la mayoría de los casos, estos problemas oculares pueden tratarse. Sin embargo, es fundamental actuar con prontitud ante cualquier cambio en la visión u otros síntomas oculares que se experimenten.
De no tratarse, los problemas oculares asociados con la enfermedad de Crohn pueden dar lugar a complicaciones graves e incluso ocasionar pérdida permanente de la visión. Por ello, es crucial programar revisiones oftalmológicas regulares y buscar atención médica ante cualquier signo de síntomas relacionados con la visión.
Riesgo ocular
Según lo manifestado por Bezzy IBD, la causa de las afecciones oculares en personas con enfermedad de Crohn aún no se comprende completamente. Sin embargo, se sugiere que el sistema inmunológico puede reaccionar ante toxinas y patógenos provenientes del tracto gastrointestinal dañado, desencadenando así la inflamación en diversas partes del cuerpo, incluyendo los ojos.
Además de esta posible conexión con la enfermedad de Crohn, algunos problemas oculares pueden surgir como efectos secundarios de los medicamentos utilizados para tratar la enfermedad inflamatoria intestinal. Por ejemplo, los corticosteroides sistémicos se han relacionado con un mayor riesgo de desarrollar cataratas y glaucoma.
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“Un gran análisis de 2006 también sugiere que los antecedentes familiares de EII podrían aumentar las posibilidades de que una persona desarrolle problemas de inflamación ocular incluso sin un diagnóstico o síntomas de EII.
Estas afecciones oculares también son más comunes en personas a las que se les asigna el sexo femenino al nacer o que tienen artritis o artralgia, así como la enfermedad de Crohn”.
Problemas principales
- Episcleritis: Alrededor del 2-5% de las personas con enfermedad de Crohn desarrollarán esta inflamación benigna de la epiesclera, una capa delgada de tejido que cubre la capa blanca del ojo, la esclerótica.
- Escleritis: Aunque es algo más raro que la epiescleritis, la escleritis es más peligrosa. Causa inflamación en la esclerótica misma, en lugar del tejido que la cubre. Puede causar dolor de moderado a intenso, que se irradia desde la cara hasta el cuero cabelludo, y puede empeorar por la noche.
- Uveítis: La uveítis afecta al 1,5-11% de las personas con enfermedad de Crohn.
Enfermedad del ojo seco: “Un estudio de 2010 encontró una correlación entre los ojos secos y la toma de 5-aminosalicilatos como tratamiento para la EII. Esta afección, como su nombre indica, deja los ojos sin suficientes lágrimas o sin los componentes adecuados dentro de las lágrimas para lubricar eficazmente los ojos”.
Cabe mencionar que, si se experimenta alguna de estas complicaciones oculares asociadas con la enfermedad de Crohn, es crucial seguir las recomendaciones de su médico. Frecuentemente, abordar los síntomas principales de la enfermedad de Crohn mediante modificaciones en la dieta o el estilo de vida puede contribuir a reducir o eliminar cualquier inflamación ocular que se presente.
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Las opciones de tratamiento para afecciones oculares como la epiescleritis y la escleritis incluyen el uso de compresas frías, gotas lubricantes y, en casos más severos, corticosteroides tópicos o sistémicos. La uveítis puede requerir corticosteroides tópicos para casos leves y sistémicos para casos graves, junto con terapias inmunosupresoras en ocasiones. La falta de tratamiento adecuado para la uveítis puede provocar pérdida permanente de la visión. Para el ojo seco, se recomiendan gotas lubricantes, compresas tibias y suplementos de omega-3.