Si no has recibido un diagnóstico de cáncer, y espero que así sea, estoy segura de que alguien en tu círculo cercano, pareja, familia, o amistades, sí ha sido diagnosticado con la enfermedad. Tristemente, el cáncer se ha convertido en algo demasiado común. Pero la realidad es que no pensamos que nos va a tocar a nosotros o a alguien que queremos. Y cuando eso ocurre, aún no siendo el paciente, nuestras vidas, y nuestras emociones, se trastocan.
Es común que lo primero que llegue es un sentido de impotencia ante lo que no podemos hacer por esa persona. Quisiéramos aliviarles el sufrimiento, el dolor, el malestar y el miedo, y no siempre podemos. En ocasiones lo único que resta es dejarles saber que estamos aquí para brindar la ayuda que necesiten dependiendo de las capacidades de cada cual. Lo que no debemos hacer es irnos a los extremos: alejarnos y pretender que nada está ocurriendo, o atosigar a esa persona con lo que debe o no debe hacer, tomar o comer, en esto momentos. Todos lo hemos hecho y estoy segura que con las mejores intenciones. Pero una cosa es sugerir, y otra insistir hasta el punto de agobiar. El paciente de cáncer lo menos que necesita es eso.
Hace unos días estaba viendo un “reality show” en Peacock que se llama “The Gentle Art of Swedish Death Cleaning” o “El sutil arte sueco de la limpieza para la muerte”. Lo sé, no suena muy divertido. Pero desde mi perspectiva como tanatóloga certificada, (persona que trabaja con la enfermedad, la muerte y el duelo), he aprendido lo que no tienen idea con ese programa. En uno de los episodios, una mujer con cáncer terminal, pero que se veía en perfecto estado de salud, narraba cuán difícil se le hacía el hablar de su enfermedad con sus amistades más cercanas. Todos se habían hecho disponibles para lo que ella necesitara, y la llamaban constantemente para saber de ella, pero cada vez que ella traía a la conversación su diagnóstico, evadían el tema. Y ella necesitaba hablar de eso.
Claro, en este caso era un cáncer terminal, pero aún los pacientes que tienen un pronóstico positivo y que van a poder vencer la enfermedad, aún ellos necesitan que otros los dejen hablar de lo que sienten, de sus inseguridades y de sus miedos, sin recibir una respuesta como “No hablemos de esto, si tú te vas a curar.” Si lo están hablando es porque necesitan hacerlo. Por esta razón es posible que lo mejor que puedes hacer por ese ser querido es sencillamente escuchar, sin juicios, sin sugerencias, sin regaños…solamente dejarlos ser y estar.
Si hay que llorar, se llora, pero se puede reír también. Trata de no compartir historias de otros pacientes de cáncer, o la tuya si eres sobreviviente, porque, aunque sea la misma enfermedad, es diferente para cada persona. Habrá días donde llamarás o le enviarás mensajes a ese ser querido en tratamiento, y no te va a contestar porque sencillamente no puede por el agotamiento físico, o no quiere hablar con nadie, y punto. Y no hay problema con eso. Cuando pueda, te responderá y si le has ofrecido ayuda, cuando te necesite, te llamará.
En el budismo hay un ejercicio o práctica, que yo utilizo mucho en mis talleres con personas de todas las denominaciones religiosas porque es un ejercicio en compasión. Se llama “Tomar y dar con el aliento”. Cuando alguien cercano a mí está sufriendo y yo no puedo hacer nada para ayudarlo, respiro visualizando a la persona e imaginándome que estoy inhalando en forma de un humo oscuro, todo su dolor, su sufrimiento y su miedo. Y luego de inhalarlo, lo llevo a mi corazón y visualizo como este se rompe como si fuera de cristal y exhalo ese humo, ya blanco y puro hacia la persona. Lo puedes hacer por varios minutos, estés cerca o lejos. Cuando lo practico me imagino que estoy tomando para mí ese sufrimiento y lo devuelvo luz de sanación.
La mente es sumamente poderosa y en el amor no hay distancia. Así que ante el diagnóstico de cáncer de alguien que amas, escucha, asegúrate de que sepa que estás presente en su vida, suelta las expectativas que tengas sobre lo que esa persona necesita, y envíale luz siempre a través de la oración, y de tu respiración. Esto es un día a la vez.