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Cuando te cambia la vida…

La semana pasada decidí dedicarme el fin de semana para mí y me quedé dos días en el campo en San Sebastián del Pepino. Había ido a ofrecer una charla el viernes en la noche, y me invitaron a que me quedara todo el fin de semana.  Cuando trabajo lejos del área metropolitana, en esta ocasión eran cerca de dos horas de camino, trato de pernoctar en el lugar para no conducir tan tarde de vuelta. La organizadora del evento en el cual participé me obsequió la estadía todo el fin de semana allá en el Hotel Hacienda el Jibarito. Lo ha hecho en otras ocasiones, y yo me he quedado una noche y al otro día temprano ya regreso a San Juan. Pero esta vez decidí aceptar el regalo y aprovechar la oportunidad de desconectarme. Y cuánto me alegro. 

Hacía mucho tiempo que no me tomaba una siestita en una hamaca, arrullada por el sonido de los pájaros y el viento que soplaba, aún a pesar del calor. Y, de repente, sintiendo ese viento mientras me saboreaba el verdor de las montañas, vino a mi mente el Huracán María, y pensé en cómo se deben haber sentido esos vientos allí. Me imaginé cómo habría quedado toda esa vegetación desnuda, los deslizamientos de tierra que posiblemente ocurrieron, y el enorme trabajo que debió haber dado restaurar toda la destrucción que siguió al impacto de ese huracán hace seis años. Y pensé en cómo la vida nos puede cambiar en cuestión de horas…a veces en cuestión de minutos.  

La última vez que había estado en Hacienda el Jibarito fue en junio pasado junto a mi prima, Marian Pabón. Nos quedamos allí luego de hacer juntas una función de teatro en el teatro de San Sebastián. Qué íbamos a pensar que dos meses más tarde ella descubriría un nódulo en uno de sus senos, y que exámenes posteriores iban a resultar positivos a cáncer. La vida le cambió en minutos. Y no solo le cambió a ella, sino a toda la familia y seres queridos. Porque el diagnóstico de cáncer de un ser querido se vive en colectivo.  Como muchos saben, porque Marian ha tenido la valentía de hacer público su proceso, ya ha comenzado su tratamiento y está, no solo sumamente optimista, sino sobrecogida por las tantas muestras de afecto de tantas personas.  

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Hace poco más de un mes también estuve ofreciendo una charla para una organización de estudios metafísicos con la cual me inicié en esos caminos hace casi treinta años. Ese día me reencontré con varias personas que no había visto hacía mucho tiempo. Entre ellas estaban Luis y su esposa, Lalita, uno de esos seres de luz que siempre ha irradiado alegría y paz. Hace unos días recibí la triste noticia de que Lalita falleció repentinamente a raíz de un aneurisma que la mantuvo en coma varios días. Y hace un mes estaba feliz y llena de vida. La vida puede cambiar en cuestión de minutos.  

¿Cuánto tiempo llevas posponiendo ese viaje que quieres dar o ese curso que quisieras tomar, o esos cambios que quieres hacer, ya sean personales o profesionales? Cuántas veces nos escuchamos decir “Un día de estos lo hago”.  Y seguimos posponiendo. Y más importante aún, cuánto tiempo llevas cargando con esa conversación que necesitas tener para sanar o terminar una relación pensando que algún día la tendrás. El Buda decía que uno de los errores más grandes que cometemos los seres humanos es pensar que tenemos tiempo.  ¿Y quién te puede asegurar ese tiempo?

Te invito hoy a que vivas tus sueños; sueltes tus cargas; te dediques tiempo de calidad, y limpies tus espacios internos y externos. No importa cuál sea el cambio: un diagnóstico médico, la pérdida de un ser querido, o, en última instancia, la muerte, ojalá podamos aceptarlo reconociendo que nuestras vidas han valido la pena. Ese es mi deseo para mi familia y la tuya.

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