En el ámbito de la salud mental, la distinción entre la depresión y la tristeza a menudo se torna difusa. Para arrojar luz sobre este tema, tuvimos la oportunidad de hablar con el psiquiatra geriátrico, el Dr. William Julio. Según el Dr. Julio, uno de los elementos fundamentales para considerar la depresión clínica es la pérdida de la capacidad de funcionar adecuadamente en diversas áreas de la vida.
La depresión se revela como un trastorno clínico cuando la vida cotidiana se convierte en un campo minado de desafíos insuperables. «Hay un cambio dramático; esa persona deja de ser productiva». En este escenario, las calificaciones escolares pueden desmoronarse, y la habilidad para socializar se desvanece,
«Si la tristeza persiste durante aproximadamente dos semanas, y además de la tristeza profunda, la persona experimenta dificultades para concentrarse, dormir demasiado o demasiado poco, comer en exceso o muy poco, y comienza a tener pensamientos inusuales o a fantasear con la muerte, es algo drástico y fuera de lo común», dijo.
Es decir, estos indicadores pintan un cuadro más serio y complejo que va más allá de la experiencia común de la tristeza.
Los seres queridos, con su perspectiva externa, a menudo se convierten en los primeros en notar estos cambios. «Es crucial entender que, aunque puede ser difícil para la persona en depresión identificarlo por sí misma, la observación de quienes la rodean desempeña un papel fundamental». La atención de los allegados, quienes detectan signos tempranos como la pérdida de la capacidad para experimentar placer o la persistente tristeza, puede marcar la diferencia en la búsqueda de ayuda.
Entonces, ¿cuándo es el momento adecuado para acudir a un psicólogo o a un psiquiatra? La respuesta, enfatizada por el Dr. Julio, subraya la importancia de reconocer las señales tempranas, como la pérdida de la capacidad para experimentar placer o la persistente tristeza. Estos indicadores deben ser tomados como banderas rojas. La sensación de inutilidad, la pérdida de la esperanza y la inmersión en una constante tristeza son motivos claros para buscar ayuda profesional.
En cuanto al tratamiento, la estrategia adoptada puede variar según la gravedad de los síntomas. «La psicoterapia puede ser suficiente para síntomas leves, pero si son moderados, los medicamentos pueden ser necesarios». En una analogía, el Dr. Julio compara el cerebro con una compleja computadora, donde los neurotransmisores actúan como mensajeros entre las neuronas. «Cuando este equilibrio químico se ve afectado, los medicamentos entran en juego para restablecerlo».
«Es fundamental entender que la salud mental es tan crucial como la física». El llamado a un enfoque holístico resuena, destacando la importancia de un estilo de vida saludable: «evitar vicios, mantener una buena alimentación y practicar ejercicio». Aunque los medicamentos pueden ser esenciales en ciertos casos, se enfatiza la preferencia por evitar depender exclusivamente de ellos. En momentos críticos, como los actuales a nivel local y global, el autocuidado emerge como un baluarte crucial.
«La clave está en mantener un equilibrio en todos los aspectos de la vida, y entender que la depresión es una enfermedad como cualquier otra.» El llamado a la conciencia genética se suma a la conversación, subrayando la importancia de la atención proactiva, especialmente si hay antecedentes familiares de depresión.
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