Todos tenemos a alguien en nuestro entorno que puede llevarse el título de rey o reina del drama. Si bien es cierto que todos tenemos problemas y se nos presentan retos, también hay que reconocer que estas personas se nutren de la crisis. Y si en un momento dado, por esas casualidades de la vida, todo les está yendo bien, van a enfocarse entonces en el drama de otros. Inhalo y exhalo.
Que conste, cualquiera de nosotros puede convertirse en protagonista de su propia novela turca. Las mujeres somos especialistas en producir estos dramas: los escribimos mentalmente y desde allí los protagonizamos, dirigimos y editamos. De repente, nos sumergimos en el libreto y no nos damos ni cuenta de cuanta energía física y emocional le estamos metiendo al asunto. ¿Cómo podemos evitar caer en ese papelón?
Para comenzar, tenemos que admitir que no tenemos manera de evitar totalmente las crisis porque la vida está hecha de altas y bajas. Algunas de estas “bajas” son el resultado de malas decisiones, pero hay otras, tal vez la mayoría, que nos llegan gratis y de sorpresa. Independientemente de cómo llegamos a esa situación, tenemos dos opciones: o ir apagando el fuego un día a la vez o echarle más leña y hacerlo más intenso y dañino.
Una excelente manera de no abonar a los dramas es trabajar con el “mindfulness” o presencia mental, en otras palabras, conocer nuestra mente y saber cuándo esta sobre reaccionando a las cosas. Cuando sientas que el drama de tu vida se está saliendo de control, respira, retírate y analiza lo que está ocurriendo. ¿En realidad esto que está pasando amerita la reacción que estoy teniendo?, ¿En el macro de lo que es mi vida, cuán relevante va a ser esto en seis meses, o en un año?.
El tener la capacidad de detenernos, respirar y analizar nos permite establecer prioridades y mantener la calma en vez de perdernos dentro del agujero negro del drama.
Otra fuente grande de drama que podemos evitar es la mala costumbre de vivir asumiendo lo que otras personas piensan o sienten y las intenciones que tienen hacia nosotros. ¿Cuánto tiempo y energía desperdiciamos cuestionándonos lo que fulano o mengana quiso decir con esto o aquello que dijo? Si tienes duda, pregunta, y si la contestación no te gusta, entonces tienes una base real para tomar una decisión en cuanto al futuro de tu relación con esa persona. El asumir nos drena y nos consume emocionalmente.
Evitamos el drama también cuando practicamos la “escucha consciente”. En otras palabras, habla menos y escucha más. Esta es una de las lecciones más importantes del “mindfulness”, el reconocer cuando tenemos que callarnos la boca y mordernos la lengua. Si se fijan en las figuras de los Budas (no el buda chino gordito), sino las que representan a Gautama Siddhartha, verán que siempre muestran sus orejas alargadas. Ese detalle representa que, en su iluminación y completa capacidad para la compasión, escucha el “sonido del mundo”. Cada vez que sientas la tentación de decir algo que le eche leña al fuego, visualiza tus orejas alargarse y no digas nada.
Y, por último, si quieres evitar el drama en tu vida, evita involucrarte en el drama de otros. Escucha y observa. Si te vas percatando que se está escribiendo un nuevo acto en la obra de teatro mental de esa persona, evita abonar al libreto.
El no reaccionar puede ser tu mejor reacción. Y a la larga, estas personas bien dramáticas que te rodean van a darse cuenta de que tú no te enganchas en sus crisis, y van a terminar buscando a otros para que les ayuden a echar leña al fuego. Cuando escuches que alguien te diga: “Ay, yo no te cuento más porque tú no me haces caso”, sabrás que triunfaste.