La lucha contra la dermatitis atópica no solo es un capÃtulo del paciente, los cuidadores tienen una gran participación por su dedicación hasta de 12 horas de cuidado. Uno de los testimonios que habló con BeHealth fue Gisela Alfonso, madre un joven de 19 años quien ha aprendido a vivir con esta condición desde que nación.
Se autodenomina una «madre sobreviviente, y aunque todavÃa seguimos luchando, nunca hemos dejado de buscar soluciones para mejorar su calidad de vida», comentó.
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Comentó que desde el nacimiento, su hijo fue extremadamente blanco, con constante picor, alergia por algunas comidas que con el tiempo se hicieron más complicadas. Alfonso explica que, a pesar de los cuidados constante, el diagnóstico no llegó de inmediato, luego de varias incertidumbre y hasta la visita de ocho dermatólogos, «fue un alivio saber finalmente que tenÃa, y fue el inicio de una nueva batalla».
Sobre los alimentos, aunque la madre resaltó que los dulces por ejemplo, no resultaron ser gran problema, algunos colorantes en algunas recetas se convirtieron en una odisea.
«Siempre estábamos atentos a lo que comÃa, porque cualquier cosa con colorantes lo empeoraba. Eso fue lo más difÃcil de controlar», asegura.
Apoyo emocional
Gisela Alfonso, insiste en que la atención y prevención no solo se puede enfocar en el aspecto fÃsico, sino en las consecuencias mentales de los impactos que inesperadamente produce la dermatitis atópica.
«Siempre buscamos ayuda psicológica para él, porque ser ‘un niño diferente’ tiene un impacto en su autoestima y desarrollo emocional. QuerÃamos asegurarnos de que no solo recibiera tratamiento fÃsico, sino también apoyo psicológico», cuenta.
Afortunadamente, el entorno escolar fue un gran aliado en ese sentido. «Desde el primer momento, la escuela fue muy solidaria. Los maestros y el personal siempre tuvieron mucho cuidado con él, y eso nos ayudó mucho en el proceso».
Tratamientos
Algunas condiciones que han permitido una calidad de vida para Gisela y su hijo son:
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- Ambientes con aire condicionado
- Visitas constantes a dermatólogos pediatras
- Tratamientos de supresión
- Inyecciones de cortisona
«Él trató de practicar deportes como baloncesto, pero siempre tuvimos que estar pendientes de que no sudara demasiado, porque eso empeoraba la condición», añade Gisela. A pesar de las dificultades, su hijo ha logrado crecer y madurar de manera impresionante. «Esta condición lo ha hecho madurar antes de tiempo. Tiene 19 años y mide 1.61 metros, pero su forma de ver la vida refleja una sabidurÃa que no es común para su edad», dice con orgullo.
Para Gisela, el secreto ha sido nunca perder la esperanza, por más difÃcil que fuera el camino. «Siempre creà que encontrarÃamos una solución, o al menos algo que le ayudara a llevar una vida mejor. Nunca sucumbà a la desesperación ni al cansancio, aunque hubo momentos muy difÃciles», concluye.