Las enfermedades inflamatorias, como la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa, presentan desafĂos significativos no solo en tĂ©rminos de salud fĂsica, sino tambiĂ©n en el bienestar emocional y psicolĂ³gico. El manejo del estrĂ©s y las emociones es crucial para mejorar la calidad de vida de los pacientes. AquĂ exploramos algunas estrategias efectivas para manejar el estrĂ©s y las emociones al vivir con una enfermedad inflamatoria.
En una reciente charla, contamos con la presencia de la estudiante de psicologĂa clĂnica Laura Romaguera del Centro de Enfermedades Inflamatorias del Recinto de Ciencias MĂ©dicas de la UPR, quien nos guiĂ³ sobre el manejo del estrĂ©s y las emociones en estas enfermedades.
Entendiendo las Emociones y su Impacto
«Existe algo llamado el modelo biopsicosocial, que es el marco bajo el cual trabajamos. Este modelo considera la salud como un todo, abarcando nuestro aspecto mental, fĂsico y social. Si uno de estos pilares se ve afectado, nuestra salud en general tambiĂ©n se ve comprometida.» explicĂ³ Romaguera.
No solo dependemos de factores que podemos o no controlar, sino que también debemos considerar nuestras emociones, el sistema endocrino, el sistema inmune y el sistema nervioso, todos los cuales pueden estar fuera de nuestro control.
Por tanto, es importante hablar de la conexiĂ³n entre nuestro cerebro y nuestros intestinos. Nuestro intestino tiene mĂ¡s neuronas que nuestro cerebro, por lo que se le considera nuestro segundo cerebro. ¿CuĂ¡ntos de ustedes han experimentado malestar intestinal cuando estĂ¡n estresados? Tenemos una presentaciĂ³n, tenemos que hacer algo importante, y el intestino se resiente. Esto sucede independientemente de si tenemos una condiciĂ³n mĂ©dica o no.
Ahora, cuando tenemos una condiciĂ³n crĂ³nica que afecta el intestino, estos efectos se sienten aĂºn mĂ¡s. AquĂ es donde entra en juego la microbiota: nuestro intestino y nuestro cerebro se complementan entre sĂ.
La microbiota y el eje intestino-cerebro
Es crucial entender que nuestro intestino contiene mĂ¡s de 100 millones de neuronas, que es una centĂ©sima parte de las que tiene nuestro cerebro. Aunque en menor cantidad, estas neuronas permiten que el intestino funcione de manera independiente.
«El intestino produce el 95% de la serotonina, el 50% de la dopamina y es responsable del 70% de nuestro sistema inmune. Por eso, cuando tenemos problemas intestinales, nuestro sistema inmune tambiĂ©n se ve afectado significativamente,» añadiĂ³ la psicĂ³loga.
El impacto de la salud fĂsica en la salud mental
Laura Romaguera destacĂ³ que nuestra salud fĂsica y mental estĂ¡n interconectadas:
«Como pacientes, estamos expuestos a problemas como los que mencionaron antes: las citas mĂ©dicas, el diagnĂ³stico, y la falta de aprobaciĂ³n de ciertos tratamientos por parte de los planes mĂ©dicos. Estos son problemas que no solo afectan a los pacientes, sino tambiĂ©n a sus cuidadores, quienes tambiĂ©n se preocupan por lo que estĂ¡ ocurriendo».
Una vez recibimos un diagnĂ³stico, nos enfrentamos a cambios en nuestro estilo de vida y en nuestras conductas. Ya no podemos salir hasta tarde, y nuestra rutina diaria se ve muy afectada. Este no es solo un problema fĂsico, sino tambiĂ©n mental. AdemĂ¡s de los cambios fĂsicos, estamos viendo cambios sociales y debemos adaptarnos a un nuevo periodo de ajuste, que puede ser bastante molesto.
Emociones y adaptaciĂ³n
¿QuĂ© podemos sentir durante este tiempo? Podemos sentir miedo, ansiedad, y estrĂ©s. Estos sentimientos son comunes y esperados, ya que la adaptaciĂ³n a un nuevo estilo de vida y el manejo de una condiciĂ³n crĂ³nica afectan tanto nuestra salud mental como fĂsica.
«El dolor nos va a causar mĂ¡s estrĂ©s y puede complicar la gestiĂ³n y comunicaciĂ³n de nuestro diagnĂ³stico. Muchas personas no conocen o entienden nuestro diagnĂ³stico, y puede ser difĂcil hablar de ello o explicar lo que estamos sintiendo,» explicĂ³.
Este proceso es un duelo. Nos encontramos en fases como la negaciĂ³n, donde al recibir un diagnĂ³stico de una condiciĂ³n crĂ³nica que no se va a curar, pensamos: «No puede ser, no sĂ© lo que es». Esta negaciĂ³n se manifiesta mientras intentamos aprender o cambiar nuestro estilo de vida para adaptarnos a nuestra nueva condiciĂ³n. Sentimos coraje, miedo y ansiedad: «¿QuĂ© va a pasar conmigo? ¿CĂ³mo lo voy a manejar? ¿QuĂ© cambios debo hacer? ¿QuĂ© puedo o no puedo hacer? ¿Todo volverĂ¡ a ser normal? ¿PodrĂ© lograr mis metas? ¿Me graduarĂ© de la universidad? ¿PodrĂ© trabajar sin tener que correr al baño constantemente?»
Empieza una negociaciĂ³n interna cuando aceptamos que necesitamos hacer ciertos cambios, pero tambiĂ©n reconocemos que podemos seguir viviendo plenamente. «No vamos a morir por esto, no nos vamos a dejar vencer,» señalĂ³ Laura. Es un proceso de adaptaciĂ³n y resiliencia, donde aprendemos a vivir con nuestra condiciĂ³n y a seguir adelante, enfrentando los desafĂos con determinaciĂ³n.
AceptaciĂ³n y realidad del proceso emocional
Volvemos a esa tristeza, depresiĂ³n y angustia. «Al final del dĂa, sigue siendo un duelo: pierdo parte de mĂ, de esos planes que ya tenĂa estructurados, de esas cosas que querĂa hacer y que tal vez no voy a poder lograr de la forma en que lo tenĂa planeado,» comentĂ³ Laura. Finalmente, llegamos a la aceptaciĂ³n. ¿QuĂ© pasa? Aunque esto se vea bien y estructurado en teorĂa, el paciente que lo estĂ¡ viviendo no lo siente asĂ, y estoy segura de que muchos aquĂ pueden confirmar que no es un proceso bonito.
Estas emociones no necesariamente se experimentan de manera lineal. No se pasa directamente de la negaciĂ³n a la aceptaciĂ³n sin retrocesos. Un paciente puede pasar de la negaciĂ³n al coraje, luego a la tristeza, y volver atrĂ¡s antes de seguir adelante. Depende de cada persona y de su experiencia Ăºnica.
GestiĂ³n de las emociones
«Es importante recordar que no hay emociones buenas ni malas. Todos hemos sentido coraje, estrĂ©s, ansiedad y tristeza. Las emociones estĂ¡n ahĂ para ser sentidas y experimentadas; nos avisan que algo estĂ¡ pasando en nuestro interior. No son intrĂnsecamente buenas o malas. Lo Ăºnico que podemos controlar es cĂ³mo reaccionamos ante estas emociones,» señalĂ³ Laura.
¿QuĂ© hago una vez detecto una emociĂ³n? Si me siento ansiosa, ¿voy a salir corriendo o voy a trabajar con esa ansiedad? AquĂ es donde entra la psicologĂa, en ayudarnos a manejar y procesar nuestras emociones de manera saludable.
El estrĂ©s es una emociĂ³n adaptativa que viene desde lo mĂ¡s profundo de nuestro ser, desde nuestros dĂas como cavernĂcolas en cuevas, cuando buscĂ¡bamos sobrevivir. El estrĂ©s en sĂ no es ni bueno ni malo; estĂ¡ ahĂ para ayudarnos a sobrevivir. Sin embargo, cuando el estrĂ©s se manifiesta de manera excesiva o en situaciones donde no es necesario, puede ser percibido de manera negativa y es algo que queremos trabajar.
En nuestro sistema nervioso, tenemos el sistema simpĂ¡tico y el parasimpĂ¡tico. Queremos estar en un estado relajado y tranquilo (parasimpĂ¡tico) para no exacerbar los sĂntomas intestinales y para mantener nuestra salud mental y fĂsica. No queremos estar en un estado de huida constante (simpĂ¡tico), porque eso puede afectar negativamente la funciĂ³n intestinal y causar sĂntomas como nerviosismo o diarrea.
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Es importante aprender a manejar el estrĂ©s y a estar en un estado de relajaciĂ³n para que nuestro cuerpo funcione de manera adecuada, especialmente cuando se trata de la salud intestinal. Los efectos del estrĂ©s en nuestro cuerpo son diversos. Podemos experimentar dolores de cabeza, cansancio, miedo, ansiedad, dificultad para concentrarnos y tensiĂ³n, lo cual es especialmente importante para los estudiantes que necesitan concentrarse en sus clases. TambiĂ©n podemos experimentar problemas intestinales como diarrea, estreñimiento, hinchazĂ³n, espasmos, reflujo, gastritis y vĂ³mitos.
Papel de la psicologĂa en la gestiĂ³n del estrĂ©s
«¿CĂ³mo se relaciona esto con la psicologĂa? Utilizamos una fĂ³rmula para simplificarlo: evento mĂ¡s pensamientos igual a consecuencia. ¿Puedo cambiarlo? No necesariamente lo primero que viene a nuestra mente es un pensamiento relacionado con un evento.
Por evento nos referimos a situaciones estresantes o inesperadas, como un diagnĂ³stico mĂ©dico en una cita con el gastroenterĂ³logo.
Los pensamientos pueden ser imaginarios o reales. Los imaginarios son aquellos para los cuales no tenemos pruebas concretas, como pensamientos negativos sobre lo que podrĂa suceder en la cita mĂ©dica.
Los pensamientos reales estĂ¡n respaldados por pruebas concretas de lo que estĂ¡ ocurriendo en ese momento,» explicĂ³ la doctora.
Es importante comprender cĂ³mo nuestros pensamientos pueden influir en nuestras emociones y en cĂ³mo nuestro cuerpo reacciona al estrĂ©s. La psicologĂa nos ayuda a manejar estos pensamientos y emociones para reducir el impacto negativo del estrĂ©s en nuestro cuerpo y nuestra salud mental.
Al final del dĂa, todas estas cosas nos llevan a consecuencias que podemos dividir en tres Ă¡reas: sensaciones fĂsicas, emociones y conductas. En cuanto a conductas, podrĂamos evitar hacer cosas, como retrasar la toma de medicamentos o no hacer estudios mĂ©dicos. Las emociones que experimentamos pueden ser ansiedad, tristeza y sensaciones fĂsicas como palpitaciones aceleradas, sudoraciĂ³n y sensaciĂ³n de calor.
DesafĂo del «cavernĂcola» interno
Es importante entender que la ansiedad es un mecanismo primitivo, como el de un cavernĂcola, que busca la supervivencia sin detenerse a razonar o buscar sentido. Esta respuesta primitiva estĂ¡ relacionada con tres partes del cerebro: el sistema lĂmbico, que incluye el hipotĂ¡lamo y la amĂgdala, y la corteza prefrontal.
La segunda destreza que trabajamos es el pensamiento cognitivo. «Identificamos, paramos y retamos a este ‘cavernĂcola’ interno que nos dice cosas negativas o nos genera ansiedad. Si reconocemos que lo que nos dice no es racional o necesario, podemos detener esa respuesta,» comentĂ³ Laura.
Otra destreza que trabajamos es la de la respiraciĂ³n consciente. «¿CuĂ¡ntos de ustedes han respirado de manera profunda hoy? Probablemente no muchos. En el Centro de Enfermedades Inflamatorias, trabajamos esta destreza a travĂ©s de ejercicios de respiraciĂ³n consciente que nos ayudan a relajarnos y a controlar el estrĂ©s».
TĂ©cnicas de relajaciĂ³n
Para concluir, la especialista nos guiĂ³ a travĂ©s de algunas tĂ©cnicas de relajaciĂ³n, como la relajaciĂ³n progresiva de los mĂºsculos y la visualizaciĂ³n. «Cerramos los ojos y nos concentramos en relajar cada parte de nuestro cuerpo, empezando por los pies y subiendo hasta la cabeza. Visualizamos un lugar tranquilo y nos enfocamos en nuestra respiraciĂ³n, permitiendo que nuestro cuerpo y mente se relajen completamente».
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