La depresión es un trastorno mental común. Se estima que en todo el mundo el 5% de los adultos padecen depresión, alterando su capacidad para experimentar alegría, manejar el estrés y llevar a cabo actividades diarias.
Afortunadamente, a medida que la comprensión de la depresión ha evolucionado, también lo han hecho los enfoques de tratamiento. Desde la terapia tradicional hasta las intervenciones farmacológicas y las terapias innovadoras basadas en la tecnología, existe una amplia gama de opciones disponibles para abordar esta condición debilitante.
A través de un enriquecedor diálogo con el Dr. José Pons, distinguido psicólogo clínico y neuropsicólogo, hemos conseguido una comprensión más profunda sobre esta cuestión crucial, permitiéndonos revelar las diversas opciones de tratamiento disponibles.
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El especialista señaló que un estado físico alterado, causado por la depresión, es un fuerte indicador de que se necesita intervención. Así, dependiendo de la intensidad y la naturaleza de los síntomas físicos y psicológicos, «el tratamiento puede requerir asistencia psicológica, psiquiátrica y, posiblemente, farmacológica».
Terapias existentes
«Además de la terapia convencional, es importante mencionar que también se utilizan otras terapias, como la meditación, para el manejo de la depresión. Estos enfoques adicionales pueden complementar y respaldar el tratamiento tradicional en el proceso de recuperación», señaló el doctor Pons.
También agregó que, «cuando una persona busca ayuda en el momento adecuado, cuando los síntomas comienzan a manifestarse, es posible abordar la situación a través de la psicoterapia».
Según el especialista, existen varios enfoques dentro de la psicoterapia, cada uno dirigido a diferentes aspectos. Algunas terapias se centran en ayudar a la persona a comprender el origen de sus problemas, mientras que otras se enfocan en cómo la persona percibe su mundo, cómo se ve a sí misma y cómo interpreta las situaciones. Las terapias cognitivas son un ejemplo de esto.
Asimismo, existen terapias conductuales que se centran en la activación conductual, alentando a la persona a llevar a cabo actividades que mantengan su mente y cuerpo activos. «Estas terapias ayudan a establecer patrones de actividades que se realizan tanto en momentos difíciles como en momentos de bienestar». En resumen, hay una amplia variedad de tratamientos psicológicos para la depresión, todos los cuales pueden ser efectivos, especialmente si se aplican antes de que la depresión se arraigue en el sistema.
«Sin embargo, cuando la depresión se ha establecido más profundamente en el sistema nervioso, es necesario considerar una gama más amplia de intervenciones psicoterapéuticas. A menudo, estas intervenciones están respaldadas por evidencia científica de su efectividad. Además de las terapias, se añade un componente farmacológico. En este punto, se recurre a medicamentos para ayudar a equilibrar los niveles de neurotransmisores como la dopamina y la norepinefrina, los cuales hemos discutido en relación con los aspectos biológicos de la depresión».
El doctor señaló que es importante tener en cuenta que hay condiciones de salud que pueden manifestarse de manera similar a la depresión pero que son puramente físicas. En algunos casos, problemas hepáticos, desequilibrios hormonales o condiciones neurológicas pueden dar lugar a síntomas depresivos. Un ejemplo es el síndrome de fatiga crónica. Por lo tanto, «es crucial evaluar cuidadosamente para determinar si los síntomas son realmente indicativos de depresión o están relacionados con una afección física subyacente».
«Es decir, hay tres enfoques para abordar la depresión: primero, distinguir entre una depresión psicológica y una biológica; segundo, determinar si la depresión es de naturaleza psicológica o biológica en un nivel cognitivo; y tercero, identificar si la depresión surge de una predisposición genética que se manifiesta cuando la persona enfrenta desafíos en su entorno. Cada uno de estos enfoques requiere una evaluación cuidadosa para determinar la mejor manera de abordar la situación».
Relación de la depresión con el suicidio
«El suicidio, los pensamientos suicidas y los intentos de suicidio son diferentes entre sí, y todos están vinculados a la depresión. Es relevante destacar que la mayoría de las personas con depresión experimentan pensamientos de que estarían mejor si no estuvieran vivos. Sin embargo, esto no necesariamente significa que representen un riesgo suicida inmediato. A menudo, este pensamiento refleja la profunda desesperanza y dolor emocional que acompaña a la depresión», aclaró el entrevistado.
Entonces, ¿cuáles son las recomendaciones? Primero, cuando uno reconoce que los mecanismos internos para enfrentar la depresión, las pérdidas, los fracasos y las frustraciones no están funcionando adecuadamente, es momento de considerar buscar ayuda.
«Es importante entender que sentirse deprimido en sí mismo es un mecanismo adaptativo de la mente y el cuerpo, y no necesariamente indica algo negativo. Sin embargo, cuando ignoramos los avisos que nos brindan esos sentimientos de depresión, cuando no actuamos sobre la necesidad de cambiar nuestra forma de pensar, sentir y actuar, es cuando caemos en una depresión más severa».
Todos enfrentamos momentos de depresión en diferentes niveles a lo largo de la vida, desde leves hasta más intensos. La clave no es evitarla por completo, sino reconocer si tenemos los recursos para manejarla. Si estamos experimentando una situación nueva, como haber sido despedido o tener problemas familiares persistentes, es fundamental buscar ayuda.
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Es especialmente crucial tomar medidas cuando la depresión afecta nuestra función fisiológica, provocando una pérdida total de motivación, energía, sueño y apetito, además de generar sentimientos de culpa e incapacidad. Estos síntomas son señales importantes que requieren atención para superar el episodio de depresión de manera exitosa.