¿Sabías que, de acuerdo con múltiples estudios, los pacientes con psoriasis tendrían hasta un 20% de riesgo de desarrollar depresión? Este es uno de los efectos adversos más graves de esta condición dermatológica. Hoy, en BeHealth, te compartimos cómo se relaciona la psoriasis con la salud mental y qué puedes hacer para estar mejor.
La psoriasis es una enfermedad inflamatoria crónica, sistémica, no transmisible con manifestaciones en la piel que provoca la aparición de lesiones de diferente tamaño. Estas lesiones aparecen sobre todo en codos, rodillas y cuero cabelludo, enrojecidas y recubiertas de escamas blancas que pueden desaparecer, y volver a aparecer en los mismos sitios del cuerpo o en otros.
El Dr. Samuel Sánchez, dermatólogo puertorriqueño, destaca que “la psoriasis es una afección que afecta a aproximadamente el 2% de la población en Puerto Rico, lo que equivale a unas 200,000 personas, y que se manifiesta de manera diferente en cada paciente”.
Ahora bien, ¿qué relación existe entre la psoriasis y la salud mental?
Según diversos estudios, entre ellos el Inside Psoriatic Disease: Mental Health publicado por la Federación Internacional de Asociaciones de Psoriasis (IFPA), organización mundial para personas que viven con la enfermedad psoriásica, “quienes padecen esta enfermedad tienen una mayor prevalencia de la ansiedad en comparación con las personas que no la padecen”.
Por otro lado, según Leticia López, directora ejecutiva de APAPP, la depresión es una de las enfermedades que se relacionan con la psoriasis. Desde una perspectiva psicológica, las implicaciones de vivir con psoriasis pueden ser desafiantes. Las lesiones cutáneas visibles, la picazón constante y la posible incomodidad física pueden contribuir a la disminución de la autoestima, la vergüenza y la ansiedad social.
Relación entre salud mental y psoriasis
La conexión entre la salud mental y la psoriasis es bidireccional. Por un lado, la psoriasis puede tener un impacto significativo en la salud mental de quienes la padecen. Las lesiones visibles en la piel, especialmente cuando están en áreas visibles del cuerpo, pueden llevar a la vergüenza, la baja autoestima y la ansiedad social. La picazón y el malestar físico también pueden causar irritabilidad y afectar el estado de ánimo. En este sentido, la carga emocional de vivir con psoriasis puede aumentar el estrés y la ansiedad, lo que a su vez puede influir en la frecuencia y gravedad de los brotes.
Por otro lado, la salud mental puede afectar directamente la psoriasis a través de mecanismos biológicos. El estrés crónico y la ansiedad, por ejemplo, pueden desencadenar respuestas inflamatorias en el cuerpo y afectar negativamente el sistema inmunológico. Estos cambios biológicos pueden contribuir a la exacerbación de los brotes de psoriasis.
De acuerdo con la doctora Coralia K. Maldonado Fuster, psicóloga clínica, «cuando una situación estresante ocurre, pasados un par de días hasta unas cuatro semanas, el cuerpo puede comenzar a reaccionar, lo que a su vez puede llevar a la aparición de brotes en relación con la psoriasis».
Por otro lado, para la licenciada Vivianne Santiago, quien es consejera y psicóloga especializada en el tema, «el diagnóstico nos causa estrés, podemos pasar por un proceso de duelo o de pérdida. Todo cambio conlleva estrés y este, si no lo manejamos bien, puede ir creciendo y afectar nuestra vida cotidiana y nuestra salud mental”.
Recomendaciones para pacientes
En vista de la conexión entre la salud mental y los brotes de psoriasis, resulta esencial entonces abordar ambos aspectos de manera conjunta para alcanzar un enfoque de tratamiento integral. Entre las estrategias a considerar, se destaca la búsqueda de apoyo psicológico como un recurso valioso para que los individuos adquieran herramientas que les permitan manejar el estrés, mejorar su autoestima y enfrentar la ansiedad y la depresión.
Asimismo, la implementación de técnicas como la meditación o el yoga, que se suman al tratamiento médico para abordar la psoriasis. De la misma manera, se recomienda llevar un estilo de vida saludable con una alimentación balanceada, practicar ejercicio de manera regular y patrones de sueño adecuado.