En la espondilitis anquilosante muchos de los síntomas incluyen dolor lumbar y articular y flexibilidad reducida en la columna vertebral.
Aunque la espondilitis anquilosante puede tratarse con diferentes medicamentos, la fisioterapia es otra alternativa que ha demostrado beneficiar la calidad de vida de los pacientes.
Con el fin de destacar las alternativas terapéuticas con las que cuentan los pacientes con espondilitis, la terapeuta atlética Yamilka Padilla, compartió en BeHealth Tv algunas recomendaciones, que, a lo largo de su trayectoria profesional, le han permitido ver cómo favorecen la calidad de vida del paciente.
Síntomas físicos de la condición
La espondilitis anquilosante es una condición reumática y de acuerdo con la terapeuta, “es prácticamente artritis en la columna, afecta la espina dorsal, estos pacientes usualmente reportan rigidez en la zona de la espalda, pero principalmente dolor lumbar en la zona baja de la espalda”, explicó.
Este dolor puede ir aumentando hasta llegar a la espalda superior, llegando incluso a limitar el movimiento físico de la persona y por ende su calidad de vida.
“Tenemos una cultura de pensamiento en la que los dolores de espalda suelen ser algo normal y muchos pacientes no tienen el diagnóstico correcto. De cierta forma, estos pacientes sienten rigidez, falta de flexibilidad, dolor al hacer las actividades diarias y cuando van al diagnóstico ya ha pasado bastante tiempo en relación a la condición”, expuso.
¿Cómo se beneficia el paciente con la terapia?
Cuando se ha confirmado la condición, es común que el paciente sea medicado, sin embargo, se ha comprobado que el ejercicio terapéutico es la mejor alternativa no farmacológica para poder manejar la sintomatología física.
Entre sus ventajas favorece:
- Movilidad
- Flexibilidad
- Procesos de estiramiento
- Rigidez articular
- La buena postura
“Tenemos que ayudarlos a modificar esas malas posturas y a trabajar con ejercicios terapéuticos que puedan fortalecer los músculos abdominales, los músculos de espina, de cadera y todo lo que es la zona paravertebral, para que este paciente pueda tener estabilidad y mejorar su postura”, resaltó la Dra. Padilla.
Es bien importante ese proceso en el que el paciente se trabaja como un todo, no solamente la espalda por su condición, sino trabajar desde la zona inferior hasta la zona superior, porque aunque es bien significativo que el efecto va directo a la espina dorsal, se pueden afectar otras articulaciones como los hombros, los tobillos y las rodillas, por lo que hay que trabajarlo como un todo para lograr esa movilidad y esa calidad de vida que le permita manejar y mantener esta condición que no tiene cura pero se puede tratar.
Es importante aclarar además que este tipo de terapias deben ser guiadas por un profesional en el área para que el ejercicio llegue al área afectada. Adicional a ello se debe tener en cuenta:
- Una evaluación física de la pérdida de movilidad
- Las rutinas de ejercicios deben ser individualizadas
- Los estilos de vida
Fases de las terapias
Los ejercicios deben realizarse de menor a mayor dificultad, teniendo en cuenta la fuerza y los impactos.
“Quieren hacer actividad fisica y van a un gimnasio regular pero estos pacientes se debe trabajar con un trasfondo clínico y debe ser guiado por un especialista”, advirtió
¿Cuándo mejora la condición?
En un paciente que tiene afectada su movilidad de forma leve, a los tres meses se puede ver una diferencia en la fortaleza de sus músculos, sin embargo, los episodios de dolor pueden irse y regresar, especialmente en horas de la noche.
“El mantenimiento de sus articulaciones en movilidad los va a ayudar de gran manera a mantener la condición ya que la enfermedad no tiene cura lamentablemente”, manifestó.
La especialista además destacó la necesidad de apoyar al paciente en las etapas emocionales, buscando no restringir sino modificar las actividades que pueden llegar a afectar su salud.