El pie diabético es una de las complicaciones más graves e incapacitantes a largo plazo de la diabetes mellitus; entre las principales consecuencias de la enfermedad encontramos:
- neuropatía diabética, es decir, una mala sensibilidad que afecta principalmente a los miembros inferiores y que se manifiesta con hormigueo, calambres, trastornos de la marcha y alteraciones de la percepción (incapacidad para percibir el dolor, el calor, el frío)
- arteriopatía diabética, es decir, una condición patológica atribuible a trastornos de la circulación sanguínea de las arterias (mala circulación sanguínea)
Por lo tanto, el daño neurológico (es decir, la neuropatía diabética) es responsable de una alteración de las capacidades sensoriales del paciente, que puede no notar, por ejemplo, la presencia de heridas, quemaduras, congelaciones, … ya que se pierde la capacidad de percibir los estímulos que llegan al pie y de responder adecuadamente al dolor.
Además, como la neuropatía diabética suele ir acompañada de una alteración de la circulación de los miembros inferiores (arteriopatía o lesiones vasculares), incluso una pequeña herida podría complicarla, causando daños muy graves, como la formación de úlceras sangrantes capaces, con el tiempo, de evolucionar hacia la gangrena (putrefacción y necrosis masiva del tejido que deberá ser sometido, en la mayoría de los casos, a una amputación).
Por lo tanto, es muy importante mantener la diabetes mellitus bajo control, tras los exámenes y terapias prescritas, con un control escrupuloso de la glucemia, porque si se subestima y no se trata y compensa adecuadamente podría comprometer la salud y la vida misma del paciente.
Causas
En la base del pie diabético se encuentra la diabetes, una enfermedad metabólica crónica, causada por factores hereditarios y ambientales y caracterizada por altos niveles de glucosa en la sangre debido a una cantidad o función alterada de la insulina (la hormona hipoglucémica producida por el páncreas, que permite que la glucosa entre en las células y su uso como fuente de energía).
Aunque las complicaciones de esta enfermedad pueden afectar a todo el cuerpo (de hecho, la diabetes puede provocar enfermedades cardiológicas, insuficiencia renal, ceguera, cambios en el sistema nervioso y circulatorio), las lesiones ulcerosas que se producen en el pie diabético se encuentran entre las más temidas, porque pueden exponer al riesgo de amputación de miembros y, a veces, a un desenlace fatal.
El 40-70% de todas las amputaciones de las extremidades inferiores (principalmente el pie) están relacionadas con la diabetes mellitus, y el pie diabético suele ser el síntoma más evidente de una enfermedad cardiovascular generalizada, que puede afectar no sólo a la circulación de la extremidad inferior, sino también a las arterias coronarias (los vasos que rocían el corazón), causando un mayor riesgo de cardiopatía isquémica.
De hecho, la diabetes es responsable de la reducción de la cantidad de sangre que puede llegar a los pies, lo que permite el suministro de oxígeno y otros nutrientes; el hecho de no tener suficiente sangre que fluya en los miembros inferiores y en los pies puede dificultar la curación de una herida o una infección. En el peor de los casos, la herida no se cura y, por el contrario, puede evolucionar hacia la gangrena (muerte y descomposición de los tejidos).
La diabetes también puede causar daños en los nervios (una condición llamada neuropatía diabética) e inducir la aparición de hormigueo y dolor, pero sobre todo reduce la sensibilidad de los pies, perdiendo la capacidad de sentir la apariencia de una vejiga, un moretón, una quemadura.
La neuropatía diabética y el empeoramiento de la circulación se convierten en el detonante de una peligrosa espiral en la que las heridas y las ulceraciones se hacen cada vez más difíciles, a veces imposibles de tratar.
Síntomas
Los síntomas iniciales de un pie diabético pueden ser:
Aumento de la temperatura de los pies,
Alteración de la sensibilidad (con pérdida de respuesta a los estímulos térmicos, táctiles y dolorosos de los miembros inferiores),
Presencia de burbujas, cortes, rasguños o úlceras,
Hormigueo (puede ocurrir durante la noche y perjudicar el sueño),
frío al tacto y piel pálida (puede ser una importante llamada de atención),
Sensación de «pinchazo» en los pies y las piernas.
Con el tiempo, estos síntomas pueden evolucionar y, en caso de daño grave a los nervios del pie, pueden manifestarse:
- La aparición de úlceras
- La marcha inadecuada
- Las infecciones (que pueden progresar a los planos profundos de la piel y llegar a los huesos)
Aunque es poco común, el daño neurológico inducido al pie por la diabetes puede causar la aparición de deformaciones como el pie de Charcot, una patología que podría comenzar con enrojecimiento, calor y la inflamación.
Posteriormente, los huesos del pie pueden moverse o incluso romperse, causando deformación.
Diagnóstico
Dado que el pie diabético es una complicación neuropática de la diabetes mellitus, el control y la vigilancia del paciente diabético son esenciales para prevenir la aparición de la diabetes; por lo tanto, se llevarán a cabo controles que incluirán algunas pruebas, tales como:
- Anamnesis y examen físico
- Análisis de sangre
- Radiografía
- Ultrasonido
- Angiograma