Entre los trastornos masculinos más comunes y molestos, las infecciones de la próstata juegan un papel importante. Estos procesos infecciosos afectan a la próstata, un órgano del tamaño de una nuez que es responsable de la síntesis del líquido prostático y, por lo tanto, se utiliza para la función reproductiva.
Infecciones de la próstata y prostatitis
La prostatitis es un proceso inflamatorio de la glándula prostática, que puede comenzar en forma aguda o crónica.
En la mayoría de los casos, la inflamación de la próstata es de origen bacteriano. En otros hombres, la prostatitis surge de otros elementos etiopatológicos: es el caso de la prostatitis bacteriana o idiopática, un proceso inflamatorio de la próstata de etiología desconocida, y la prostatodinia, un dolor prostático separado de la inflamación, una (presunta) consecuencia de una marcada tensión del suelo pélvico y espasmos uretrales.
Causas
La infección de la próstata es a menudo una expresión de irritación e hinchazón después de un ataque bacteriano: los microorganismos patógenos, después de ascender por la uretra, son capaces de ubicarse a nivel de la próstata, y aquí proliferan. El mecanismo de contaminación ascendente que se acaba de describir es la consecuencia más inmediata de las relaciones sexuales sin protección con parejas de riesgo: por ello, se recomienda utilizar siempre métodos anticonceptivos de barrera (por ejemplo, preservativos) antes de establecer una relación sexual.
Sin embargo, la propagación de las bacterias también puede tener lugar de otra manera: las bacterias patógenas localizadas en el recto, que se reproducen y propagan de forma directa o linfática, pueden llegar a la próstata y provocar inflamación e infección.
También hay que recordar que las infecciones prostáticas pueden ser una complicación de las infecciones de la uretra o la vejiga: en estos casos, los patógenos pueden propagarse por la sangre.
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Las infecciones de próstata son más comunes en algunos hombres que en otros: las personas inmunocomprometidas y las personas con trastornos del sistema nervioso parecen tener más riesgo. Otros factores predisponentes son: SIDA, catéter urinario, deshidratación, edad adulta/envejecimiento, glándula prostática ligeramente agrandada (hipertrofia prostática benigna), predisposición genética, historia regresiva de infecciones prostáticas, estrés y trauma pélvico.
Síntomas
Los síntomas que distinguen las infecciones de la próstata varían según el agente etiológico implicado en el mismo; por la misma razón, la intensidad de los prodrómes también está muy influida por el patógeno, así como por el estado general de salud y la edad del paciente. Los síntomas comunes a la gran mayoría de las infecciones prostáticas son: artralgia, dificultad para orinar, disuria (dolor/quemadura al orinar), dolor abdominal, dolor limitado a la zona entre el escroto y el recto, dolor inguinal, eyaculación dolorosa, linfadenopatía inguinal, lumbago, mialgia, necesidad urgente de orinar, nicturia y pérdida de sangre con la orina.
A veces, los pacientes con prostatitis bacteriana aguda también se quejan de trastornos similares a la gripe (escalofríos, fiebre, náuseas y vómitos), que son el resultado de un ataque repentino de bacterias.
Además de los síntomas mencionados, las infecciones de la próstata pueden caracterizarse por un leve o más pronunciado agrandamiento de la glándula prostática, que es suave, cálida y de textura nodular a la palpación (médica). Cuando se descuidan las infecciones de la próstata, aumenta el riesgo de complicaciones; la epididimitis, la orquitis, la disfunción eréctil y la bacteriemia son las complicaciones más comunes.
Diagnóstico
El diagnóstico temprano es el requisito previo ideal para reducir al mínimo el riesgo de complicaciones: de hecho, es importante buscar asesoramiento médico desde los primeros síntomas, sin vacilar ni demorarse. El médico, antes de visitar al paciente, le preguntará sobre los síntomas y el estado general de salud del paciente examinando lo que éste informa.
Posteriormente, el examen físico incluye el examen de los genitales, la palpación del abdomen y el examen rectal digital, que es esencial para establecer el estado de la próstata (inflamación, consistencia, etc.). Para determinar la infección bacteriana, es útil la prueba de investigación microbiológica en la sangre; los análisis de esperma y orina también figuran entre las pruebas de diagnóstico más frecuentes en caso de presunta infección de la próstata.
Entre otros exámenes médicos, no debe olvidarse la cistoscopia, para el examen de la uretra y la vejiga; en el caso de una infección de la próstata asociada a dificultades urinarias marcadas, se recomienda someterse a la prueba urodinámica, a fin de comprender si la dificultad para orinar depende realmente de la infección.