Los trastornos paroxísticos no epilépticos (TPNE) son episodios similares a los que se presentan en una crisis epiléptica, sin embargo suelen tener una recuperación más rápida.
Suelen manifestarse con reacciones bruscas del cuerpo por un tiempo corto.
El origen de los TPNE puede estar relacionado con una disfunción cerebral de origen diverso, pero no obedece a una descarga neuronal excesiva.
Este tipo de trastorno es más común que la epilepsia, y se puede presentar en pacientes de cualquier edad, siendo más común en niños, durante su primer año de vida.
Es importante destacar que tras un diagnóstico que, de negativo a un caso de epilepsia, la mayoría de los TPNE tienen una evolución favorable.
Sin embargo, definir si los signos son de carácter epiléptico o no suele ser difícil, teniendo en cuenta que el ataque epiléptico se presenta por una descarga excesiva de neuronas.
Y suele ser un evento brusco, acompañado por signos como alteraciones de la conciencia, fenómenos motores, sensoriales, autonómicos o psíquicos, percibidos por el paciente o acompañante.
Así, la similitud con los TPNE, que también involucra reacciones bruscas de breve duración, con o sin pérdida de conciencia, con o sin trastornos motores asociados, con o sin alteraciones autonómicas, originadas en una disfunción cerebral de origen diverso y que tienen en común el carácter excluyente de no ser desencadenadas por la actividad neuronal excesiva y anormal.
Por ello, la similitud de sus síntomas hace complejo el correcto diagnóstico que es fundamental para él temprano acompañamiento del paciente.
Prevalencia frente a la epilepsia
Los TPNE tienen una prevalencia estimada en la población infantil del 10 al 20%, mientras que la epilepsia tiene una prevalencia del 1%.
Importancia de un diagnóstico acertado
Debido a su sintomatología pueden confundirse estos eventos benignos con crisis epilépticas, que requieren mayor seguimiento por parte del personal médico, así como la adherencia a un tratamiento.
Así mismo, al diagnosticar al paciente erradamente, puede generar angustia innecesaria en el paciente y su entorno familiar, así como el hecho de someterlo a una toma innecesaria de medicación durante años, pudiendo presentar efectos secundarios y tóxicos.
Asimismo, representa una limitación en la ejecución de actividades como juegos, por miedo a que los niños presenten una nueva crisis.
De igual forma, lleva al paciente a tener que estar en constantes controles tanto para recibir su medicación como para chequeos de seguimiento.
Algunos tipos de TPNE
Dentro de los TPNE más frecuentes se encuentran los espasmos del sollozo, síncopes, rabietas o parasomnias y usualmente no requieren tratamiento medicamentoso antiepiléptico.
Esto, debido a que no son episodios desencadenados por el fenómeno epiléptico, sin embargo, para determinar si requiere medicamentos o no, es importante tener un análisis con un especialista.
¿Cómo alcanzar un diagnóstico certero?
En la mayoría de los casos, esto toma un poco de tiempo, por lo que resulta indispensable, si así lo desea el grupo familiar, escuchar el diagnóstico de diferentes especialistas antes de iniciar la toma de medicamentos.
Así mismo, resulta vital apoyarse en un especialista que logre escuchar y ayudar a afrontar las necesidades del grupo familiar, pues es un diagnóstico al que se suele enfrentar con mucho temor e incertidumbre.