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¿Qué son y cómo deshacerte de las creencias limitantes?

Tenemos creencias sobre todo: sobre nuestro pasado, nuestro futuro, nuestra historia, nuestro destino, lo que ocurrirá, lo que no ocurrirá, cómo podremos evitar esto o aquello y también cómo, por desgracia, tendremos que sufrir esto o aquello.

Todas estas creencias se estratifican en la mente y crean un verdadero obstáculo entre nosotros y nuestro destino. 

Para Gilvic Carmona, la creencia es “aquello que define tus actos, tus acciones y experiencias”.

¿Cuáles son esos pensamientos o creencias limitantes?

La creencia o convicción es un concepto en el cual podemos filtrar la realidad de nuestro entorno, puede categorizarse por diferentes tipos: neutras, positivas o limitantes. Refiriéndonos exactamente a esta última, podemos tomar en cuenta que puede ser la que más nos puede impactar de forma más concreta en nuestra manera de relacionarnos con nosotros mismos o con los demás.

La creencia limitante es una manera de observar el mundo desde perspectivas que no nos permiten progresar en muchos ámbitos de nuestra vida, privándonos de prosperar como persona.

Se refiere a una convicción que no trae beneficios, que indudablemente queda plasmada para quien de verdad cree en esa idea, y actúa conforme a ella, moldeando su entorno, constituyendo su perspectiva del mismo.

Gilvic afirma que muchas veces esas creencias se manifiestan con pensamientos como: “no puedo, todo va a ser igual, no importa cuánto me esfuerce, no debo confiar”, y muchas más que están fundamentadas en 

La buena noticia es que nuestro cerebro tiene la capacidad de adaptarse a lo que más le damos.

De hecho -nos guste o no-, el entorno, el contexto y las circunstancias condicionan nuestra existencia, la forma en que pensamos sobre nosotros mismos y, sobre todo, cómo nos percibimos dentro de este gran escenario que llamamos vida.

Son precisamente las creencias limitantes las que impiden que las personas logren el avance definitivo.

¿Cuáles son los tipos de creencias limitantes?

Las creencias limitantes pueden afectar en muchos ámbitos de tu vida, desde el personal al laboral. De hecho, en el ámbito profesional son amigas íntimas del dichoso síndrome de la impostora.

Existen tres tipos. Las de posibilidad hacen referencia a algo que tú consideras imposible en términos absolutos. Las de capacidad se dan cuando crees que tú no eres capaz de hacer algo que otras personas con más aptitudes sí pueden lograr. Y por último, las de merecimiento acechan en tu subconsciente haciéndote creer que no mereces que te ocurra algo bueno.

¿Cómo nos afectan las creencias limitantes?

La capacidad de este tipo de creencias que nos limitan puede llegar a ser muy fuertes, al punto de afectar nuestro día a día de una manera tal, que no podamos aprovechar de muchas maneras nuestras cualidades como persona, según expertos llegan hasta paralizarnos, ya que el origen de una idea limitante es la de cohibirse de hacer algo o la inhibición en general. La abstención de actuar o pensar, de mantenernos siempre solo en una sola dirección, y principalmente la razón por la cual no salimos de la zona de confort.

“Tengo que identificarlas, dejarlas a un lado y comenzar a entender una cosa: lo que la mente quiere el corazón lo coloca. Ahí donde tengas tus ideas y donde pongas tu corazón es donde realmente vas a sentirte de la forma en que te sientes”.

Recuerda que “lo que tú crees es la base para lo que tú creas”.

Por ello, aquí tienes 3 consejos para superar las creencias limitantes que de forma natural forman parte de todos nosotros.

1. Tu mente no puede apagarse, pero no debes identificarte con esos pensamientos

Es inútil intentar cerrar el grifo de los pensamientos de tu mente, no puedes hacerlo. 

¿Qué puedes hacer? Puedes verlos pasar, igual que alguien sentado al borde de una carretera o autopista ve pasar coches, sin querer meterse en ellos, es decir, sin identificarte con ellos.

De hecho, aunque no es posible desconectar nuestra mente, mediante el entrenamiento en ciertas técnicas, es posible aprender a no identificarse con los pensamientos que fluyen a través de ella.

2. Tu mente es moldeable

Nuestra mente, como hemos dicho antes, toma la forma de lo que le damos más a menudo.

Por lo tanto, podemos centrarnos y prestar atención a querer ser dueños de nuestras emociones, llevándonos hacia una emoción proactiva, intencionada, constructiva y creativa y dejando ir, en cambio, las emociones destructivas del desánimo, la frustración o la recriminación. Recuerda: nuestra mente toma el camino que le pedimos que tome.

Entrenándonos para adquirir herramientas para llegar a ser capaces de dirigir nuestras emociones de modo que nuestra vida sea emocionalmente más sana y gratificante, podemos alcanzar realmente este estado de conciencia, porque la mente se transforma.

3. Repítete a ti mismo lo que es realmente importante para ti

Repetirnos a nosotros mismos lo que es realmente importante para nosotros activa una espiral positiva de éxito: nuestra mente capta los datos que necesita para darse cuenta de lo que le pedimos y aprende de ello. 

Si te prestas un momento de atención a ti mismo, verás cómo tu diálogo interno puede cambiar tu comportamiento, cambiar la relación que tienes con tu mundo interior y, en consecuencia, con el mundo que te rodea. 

Es importante decirnos a nosotros mismos que solo podemos cambiar nuestra relación con el mundo exterior si cambiamos nuestra relación con el mundo interior. 

Cuando estás tranquilo mental, emocional y físicamente, empiezas a avanzar hacia lo que has imaginado. 

Todo lo que tienes que hacer es decirte a ti mismo que es posible y dar el siguiente paso para adquirir esas herramientas que te den la oportunidad de aprender quién eres.

Recuerda que tu pasado, tu futuro, tu historia, tu destino, están realmente en tus manos, porque es lo que siembras dentro de ti lo que luego eres capaz de cosechar.

Fuentes: Gilvic Carmona, El Mundo, Psonríe

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