Por: María C. Jiménez Almodóvar, MD
Gastroenteróloga Pediátrica
El reflujo gastroesofágico es una condición bastante común para los adultos, particularmente luego de ingerir ciertas comidas irritantes. Sin embargo, no podemos olvidarnos que es también un padecimiento común en la población pediátrica.
El reflujo gastroesofágico (RGE) se define como el movimiento involuntario de la comida o jugos gástricos del estómago al esófago. Este movimiento es un proceso normal fisiológico que ocurre en infantes, niños y adultos saludables. En la mayoría de los casos es un episodio breve, sin síntomas y que no causa mayores complicaciones. Cuando está asociado a síntomas y/o complicaciones, el RGE se convierte en enfermedad de reflujo gastroesofágico (ERGE). Hasta un 10% de los adultos, 7% de infantes y 2-8% de los niños padecen de ERGE.
En infantes puede presentarse con buches, vómitos, irritabilidad y en ocasiones dificultad al tomar leche. El RGE usualmente empieza aproximadamente a las 2 o 3 semanas de vida y el pico se da entre los 4 o 5 meses. Un infante que tiene buches pero que no está irritable, y come y gana peso adecuadamente según las curvas de crecimiento, no tiene enfermedad de reflujo gastroesofágico.
La mayoría de los pacientes mejoran con la maduración de su sistema gastrointestinal sin necesidad de intervención alguna. Además, el desarrollo normal, inclusive el mejor control de la cabeza y poder sentarse, y también la introducción de los alimentos sólidos, ayudarán a mejorar los síntomas de RGE.
En general, para el primer año de vida la mayoría de los infantes superan el RGE y solo uno de cada 10 bebés van a seguir padeciendo de la enfermedad.
Algunas recomendaciones para infantes con reflujo gastroesofágico
- Hágalo eructar en las pausas naturales durante la alimentación y mantenga a su hijo derecho por hasta treinta minutos después de la alimentación.
- Trate de alimentarlo con menos cantidades y más frecuentemente, pero asegúrese de que coma lo suficiente para un crecimiento y desarrollo normal.
- Trate de mantener a su bebé en posición vertical (derecho) por media hora después de alimentarlo.
Cuando el reflujo provoca irritabilidad en el infante debemos considerar utilizar medicamentos antiácidos con el fin de disminuir la irritación causada por el reflujo ácido.
En aquellos niños que se sospeche una alergia a la proteína de la leche de vaca se recomienda cambiar a una leche hipoalergénica. En cuanto al uso de espesantes, como cereal, no hay data suficiente para recomendar su empleo, ya que aunque hay una disminución significativa en los vómitos o “buches” no disminuyen los reflujos ácidos. Añadir papillas de frutas o vegetales a los biberones de leche tampoco está recomendado y se debe evitar.
Algunos síntomas que nos deberían preocupar en el infante y que ameritan una evaluación de otras posibles condiciones son vómitos severos o biliosos (color verde), falla en crecimiento o pobre ganancia de peso, dificultad respiratoria, salpullidos y/o diarrea con sangre.
Niños más grandes y adolescentes
En niños más grandes y adolescentes vemos síntomas parecidos a los que presentan los adultos. Pueden presentar buches, dolor de pecho, nauseas, vómitos, dolor abdominal, y dificultad al comer y tragar. Algunas comidas como la cafeína, en el café, chocolate, té y refrescos, salsas de tomate, ajo, cebolla, comidas fritas y cítricos empeoran los síntomas de reflujo en algunas personas.
Las recomendaciones iniciales para estos pacientes incluyen: comidas frecuentemente con pequeñas porciones, elevar el espaldar de la cama, evitar el cigarrillo y alcohol, perder peso si tiene sobrepeso y comer al menos 3 horas antes de irse a dormir puede ayudar a disminuir los síntomas de reflujo.
En aquellos casos en los cuales las modificaciones en la dieta y el estilo de vida no son suficientes para aliviar los síntomas de reflujo, se debe comenzar tratamiento con medicamentos antiácidos. Es importante recibir tratamiento apropiado y cumplir con el mismo como le indica su médico para así evitar complicaciones como irritación severa del esófago, estrechez del esófago e incluso cáncer en algunos casos.
En general un buen historial médico y examen físico es suficiente para hacer el diagnóstico de RGE. Sin embargo, aquellos casos en que el diagnóstico no es claro, se sospecha que pueda haber complicaciones de la enfermedad y/o que no respondan a tratamiento, se pueden realizar estudios radiográficos de contraste para evaluar la anatomía, y/o endoscopías en donde se tomen biopsias para analizar el tejido a nivel microscópico, evaluar para bacterias como H. pylori, presencia de gastritis o enfermedad ácido péptica.
Aunque el reflujo gastroesofágico es una condición bastante común y en adultos bastante reconocida, es importante saber distinguir entre RGE y ERGE para así poder recomendar un tratamiento adecuado, poder evitar complicaciones y mejorar la calidad de vida de nuestros niños.