Un grupo de científicos de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) ha dado un paso importante en la búsqueda de nuevas estrategias para enfrentar la enfermedad de alzhéimer. En un descubrimiento que abre una puerta inesperada, han encontrado que la lamivudina (3TC), un fármaco comúnmente utilizado para tratar el VIH, podría tener efectos beneficiosos en la ralentización del Alzheimer, una enfermedad neurodegenerativa que afecta a millones de personas en todo el mundo.
Un fármaco conocido que podría tener un nuevo uso
La lamivudina ha sido utilizada durante años en tratamientos contra el VIH, pero su posible aplicación en otras áreas de la medicina era hasta ahora desconocida. Este medicamento actúa bloqueando la acción de unas enzimas llamadas retrotranscriptasas, que son cruciales para la replicación del virus del VIH. Sin embargo, lo que ha sorprendido a los investigadores es que este mismo mecanismo podría también estar relacionado con la ralentización de ciertos procesos que ocurren en el cerebro de las personas con Alzheimer.
El equipo de investigadores decidió poner a prueba esta teoría en un grupo de ratones que habían sido modificados genéticamente para desarrollar síntomas similares a los del Alzheimer. Durante tres meses, les administraron lamivudina y los resultados fueron sorprendentes: no solo mejoró su rendimiento en pruebas de memoria, sino que su esperanza de vida aumentó un 30%. Además, se observó una disminución en algunas de las señales más características de la enfermedad, como la acumulación de proteínas tau en el cerebro, que es uno de los principales marcadores de la EA.
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El misterio de los «genes saltarines»
Parte de este descubrimiento se relaciona con un fenómeno curioso: los retrotransposones, o «genes saltarines». Estos elementos móviles del ADN, que representan más del 50% de nuestro genoma, tienen la capacidad de «saltar» de un lugar a otro dentro del ADN, lo que puede generar mutaciones y desestabilizar el material genético. Normalmente, nuestro cuerpo tiene mecanismos de defensa para controlar este proceso, pero con la edad, estas defensas empiezan a fallar.
Los investigadores creen que esta actividad descontrolada de los retrotransposones puede estar contribuyendo al deterioro cerebral que se ve en el Alzheimer. Al inhibir la actividad de las retrotranscriptasas con lamivudina, es posible reducir el impacto de estos genes «saltarines» en el cerebro y así ralentizar la progresión de la enfermedad.
¿Una nueva esperanza para el tratamiento del Alzheimer?
Los resultados, publicados en la revista International Journal of Molecular Sciences, son un primer paso prometedor hacia el desarrollo de nuevas terapias para el Alzheimer. Aunque el estudio ha sido realizado en ratones, la posibilidad de que un fármaco ya utilizado en humanos para el VIH pueda tener un impacto positivo en una enfermedad tan devastadora como el Alzheimer es emocionante.
Por supuesto, aún es pronto para cantar victoria. Los próximos pasos serán evaluar si estos efectos pueden replicarse en estudios clínicos con humanos, y si la lamivudina puede realmente convertirse en una opción viable para las personas que sufren Alzheimer. Pero, sin duda, este hallazgo representa una nueva vía de investigación en un campo que, hasta ahora, ha visto pocos avances significativos en la búsqueda de tratamientos efectivos.
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