Cuando se recibe el diagnóstico de una enfermedad crónica, los pacientes dirigen sus pensamientos al aspecto negativo. Esto ocurre con la colitis ulcerosa, una condición crónica y autoinmune que causa úlceras e inflamación en la membrana que recubre el recto y el colon.
Pese a las dificultades de esta enfermedad, la fe caracterizó a Valeria Villarín, una joven puertorriqueña que recibió su diagnóstico a sus 20 años de edad.
Según la estudiante doctoral en fisiología médica en el Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (RCM), su primer síntoma fue sangrado indoloro en la excreta.
“El primer síntoma que tuve fue sangrado en la excreta. No tuve dolor al inicio, pero comencé a tener sangre en la excreta y al ver sangre, uno se alarma”, expresó Villarín para BeHealth.
La joven recibió su diagnóstico mediante una colonoscopía realizada por un gastroenterólogo pediátrico. Al desconocer la gravedad de su condición, Villarín al principio no seguía las indicaciones de tratamiento que recomendó su especialista.
“Para mi mente de 20 años, ese diagnóstico no significaba mucho porque no sabía mucho de la condición. No lo cogí muy serio. Recuerdo que me dieron mis primeros medicamentos y a veces me los tomaba, a veces no. Ese proceso de adaptación fue un poquito difícil hasta que los síntomas comenzaron a empeorar”, explicó la estudiante.
De acuerdo con Villarin, la enfermedad se complicó al punto que sus diarreas eran constantes. Aun así, intentaba cumplir con sus responsabilidades.
“Podía ir al baño 15 a 20 veces al día en un día normal. Si uno está todo el tiempo en su casa, pues es normal. Pero yo estaba haciendo un bachillerato, una concentración menor en educación y tenía dos trabajos”, relató la joven.
Al empeorar su enfermedad, Villarín comenzó a seguir su tratamiento. No obstante, sus medicamentos dejaron de funcionar. Tuvo que probar entre cuatro a cinco medicamentos tanto biológicos como inyectables, pero no encuentro mejoría.
Su cuadro clínico solo mejoraba con la ingesta de esteroides, pero no podía tomarlos a largo plazo: “lo único que me mejoraba un poco eran los esteroides, pero eso tenía otros efectos secundarios bien fuertes y en cierto momento no podía seguir con el medicamento a largo plazo”.
Enfrenta la hospitalización decisiva
A raiz de las complicaciones que apareja la colitis ulcerosa, Villarin estuvo 51 días hospitalizada pues su intestino no respondía a los tratamientos. La joven se enfrentó a un complicado panorama clínico en que sus diarreas eran intensas y constantes aun sin comer.
“Mi intestino no reaccionaba ni a los medicamentos que los médicos me daban en el hospital. Recuerdo que estaba tres a cinco días sin comer y comoquiera seguía yendo al baño hasta 30 veces”, explicó Villarín para BeHealth.
Para mejorar su condición, la joven se sometió a una colostomía, una cirugía de extirpación del intestino grueso en que las heces se movilizan hacia fuera del abdomen por una bolsa que se pega a dicha zona. Según la paciente, los resultados fueron positivos.
“Fue un alivio bien grande. De ir 30 veces al día al baño ahora que estoy controlada y feliz e ir cuatro veces al baño a vaciar mi bolsita cuando yo quiera”, expresó la joven.
Como ejemplo de superación para los pacientes, Villarín estrenó su página de motivación “A Girl With A Purpose” en facebook: “mi propósito es que las personas conozcan la paz y la fe en Dios en medio de sus procesos difíciles”.
La estudiante recomendó a los pacientes mantener una mentalidad positiva ante su diagnóstico de colitis ulcerosa.
“No es una sentencia de muerte. Cuando nos diagnostican una enfermedad que no tiene cura y nos lo dicen así, uno dice “wow, voy a tener que sufrir el resto de mi vida”. Y no necesariamente es así”, puntualizó Villarín.